La Carta de Jamaica y la unidad latinoamericana. Por Olmedo Beluche
Hace doscientos
años, el 6 de septiembre de 1815, el Libertador Simón Bolívar, ponía su rúbrica
a uno de los documentos más importantes de la revolución independentista
hispanoamericana, que ha pasado a la historia como la "Carta de
Jamaica". Bajo la forma de una misiva, Bolívar realiza un análisis de
situación de la Guerra de Independencia en todo el continente a ese momento,
traza algunos esbozos programáticos y pronostica el curso de los
acontecimientos de manera bastante certera.
A pesar de sus
pocas páginas, la "Carta de Jamaica" prueba la profunda erudición de
su autor, no sólo respecto a la situación de la lucha en todas las regiones de
Hispanoamérica, en un momento en que las comunicaciones eran lentas y
difíciles, sino que muestra un profundo conocimiento de historia universal y
propia, así como de la filosofía política ilustrada europea. El documento también trasluce la hermosa
prosa que caracteriza a toda la obra política, diplomática, jurídica del
Libertador.
En ella aparece
un Bolívar maduro que, en cuanto a pensamiento y compromiso, ha alcanzado y tal
vez superado a otros próceres
contemporáneos suyos, que en ese momento, o estaban presos o muertos, como:
Francisco de Miranda, Antonio Nariño, Mariano Moreno o Miguel Hidalgo.
Para comprender
la Carta, es indispensable tener en cuenta dos elementos que hacen al contexto:
primero, a quién iba dirigida, lo que da cuenta de para qué fue escrita;
segundo, por qué estaba Bolívar en Jamaica.
Luego está el
problema de la interpretación de lo que propone la Carta. Habitualmente se dice
que en ella Bolívar establece el objetivo de la constitución de un gran estado
nación hispanoamericano, desde México hasta Argentina y Chile. A nuestro
juicio, Bolívar juega con esa idea como algo deseable, ideal, pero lo descarta
por impracticable, y asume la interpretación de que el continente se dividirá
en unas 15 o 17 repúblicas independientes.
La unidad que
propone es la de una alianza o confederación de repúblicas, para asuntos
políticos, económicos y militares, como diez años después intentará concretar
en el Congreso Anfictiónico de Panamá, idea contra la que conspiraron y siguen
conspirando las oligarquías locales aupadas por Estados Unidos.
Las citas que
hacemos en este artículo, usando la gramática original, se basan en una hermosa
y reciente publicación realizada por el gobierno de la República Bolivariana de
Venezuela, con base al manuscrito original y completo, encontrado por el
historiador ecuatoriano Amílcar Varela Jara, en 2014, en el Fondo Jacinto Gijón
del Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador[i].
Continua de esta
manera la tarea de divulgación masiva y popular del pensamiento bolivariano que
se propuso el presidente Hugo Chávez Frías.
¿Para quién
fue escrita la Carta de Jamaica?
Formalmente la
Carta fue dirigida al comerciante inglés Henry Cullen, radicado en Jamaica, que
previamente le dirige una serie de preguntas sobre la situación en
Hispanoamérica que dan pie al análisis de Bolívar. Pero la Carta trasluce la
sagacidad política del Libertador que, hablándole a Cullen, pretende por su
intermedio hacer llegar sus ideas al gobierno británico y al conjunto de
Europa.
Este objetivo se
evidencia cuando dice: "La Europa haría bien á la España en disuadirla
de su obstinada temeridad.... La Europa misma por miras de sana política,
deberia haber preparado y ejecutado el proyecto de Yndependencia Americana; no
solo por que el equilibrio del mundo así lo exije, sino por que este és el
medio lejitimo y seguro de adquirirse establecimientos ultramarinos de comercio"
(Pág. 14).
Luego agrega un
reproche: "... nosotros esperabamos, con razon, que todas las naciones
cultas se apresurarian á auciliarnos, para que adquiriesemos un bien cuyas ventajas son reciprocas á
entrambos hemisferios. Sin embargo, ¡cuan frustradas han quedado nuestras
esperanzas; no solo los europeos, pero hasta nuestros hermanos del norte se han
mantenido inmobiles espectadores de esta contienda..." (Loc. cit.).
Previamente se
ha preguntado: "Y, ¿la Europa civilizada, comerciante y amante de la
Libertad, permite que una vieja serpiente, por solo satisfacer su saña
envenenada, devore la más bella parte de nuestro glovo? Qué! ¿está la Europa
sorda al clamor de su propio interés? ¿No tiene ojos para ver la justicia?
¿tanto se ha endurecido, para ser de éste modo insensible? Estas cuestiones,
cuanto mas las medito, mas me confunden..." (Pág. 13).
Bolívar explica
con un análisis objetivo lo inevitable del triunfo de la Independencia por la
que lucha: "¡Que demencia la de nuestra enemiga, pretender reconquistar
la America sin Marina, sin tesoros y casí sin Soldados!, pues los que tiene,
apenas son bastantes para retener á su propio pueblo en una biolenta ovediencia
y defenderse de sus vecinos. Por otra parte, ¿Podrá esta Nacion hacer el
Comercio esclusivo de la mitad del Mundo sin Manufacturas, sin producciones
territoriales, sin Artes, sin Ciencias, sin politica? Lograda que fuese ésta
loca empresa, y, suponiendo mas aun, lograda la pacificacion, los hijos de los
actuales americanos, unidos con los de los Europeos reconquistadores, ¿no
volverian á formar dentro de veinte años, los mismos patríoticos designios que
ahora están combatiendo?" (Págs. 13 y 14).
Es importante
considerar que, en la primera fase de la independencia, la política de
Inglaterra hacia Hispanoamérica estaba atravesada por su alianza con el régimen
español, en la entidad denominada la Regencia, que representaba a la Monarquía
(el rey estaba preso en Bayona), contra la Francia de Napoleón Bonaparte. De
ahí que, por lealtad a ese pacto, los ingleses se abstuvieron de dar mayor
apoyo a Bolívar y demás insurrectos contra el régimen colonial español. Esta
situación empezaría a cambiar con la restauración de Fernando VII, lo que
posibilitaría apoyos políticos, económicos y hasta militares que recibió
Bolívar de los ingleses en la segunda parte de la lucha, a partir de 1817.
Otra
consideración más profunda que la que aquí podemos hacer, merecería la política
de Estados Unidos en ese momento, pero diez años después, cuando se realizó el
Congreso Anfictiónico de Panamá, en 1826, ya Bolívar era consciente, y así lo
expresaba, que ese país aspiraba a imponer su hegemonía sobre el conjunto del
continente debilitando la unidad de Hispanoamérica. Por eso propuso que a
Panamá se invitara a los ingleses como aliados, pero no a los Estados Unidos.
Por supuesto, el gobierno oligárquico de Francisco de Paula Santander, que ya
jugaba al golpe de estado contra Bolívar, desoyó esa instrucción.
La coyuntura
política en que fue escrita la Carta de Jamaica
Bolívar dicta
esta Carta a su secretario, Pedro Briceño Méndez, en Kingston, Jamaica, a donde
ha llegado, a comienzos del año 1815, exiliado luego de la derrota de la Primera
y la Segunda República en Venezuela, y de la ofensiva contrarrevolucionaria
lanzada por la monarquía española en la Nueva Granada con el sanguinario
general Morillo.
En ese momento,
mediados de 1815, la revolución independentista parece derrotada por todos
lados, salvo Buenos Aires. Era el final de la primera fase de la Independencia,
la restauración de Fernando VII en el trono español y la anulación de la
Constitución de Cádiz, pálida esperanza de un régimen liberal mediante una
monarquía a la inglesa.
Es importante
recordar que la primera república venezolana, encabezada en su fase final por
Francisco de Miranda, fue derrotada por la combinación de, una sublevación
realista dirigida por el general Monteverde desde occidente contra Caracas, y
una sublevación de esclavos negros que por oriente amenazaba la ciudad. Frente
a las dos amenazas, y derrotado militarmente por los realistas, Miranda optó
por entregar la ciudad a Monteverde. Posteriormente, recuperada la república
(segunda) después de la "Campaña Admirable" de Bolívar, ésta se va a
perder producto de una masiva sublevación de esclavos y llaneros, dirigida por
el realista Tomás Boves, a mediados de 1814[ii].
La derrota de la
Segunda República y de Simón Bolívar por una revolución de esclavos negros y
llaneros, las capas sociales más explotadas y discriminadas de la sociedad
colonial, hecho frecuentemente oscurecido para idealizar la figura del
Libertador y de la Independencia, es un dato importante porque mata el mito,
construido con posterioridad, de una supuesta "unidad nacional"
entorno a la lucha anticolonial.
Otro tanto
podría decirse del apresamiento de Antonio Nariño en el sur de la Nueva
Granada, por una tropa de indígenas al servicio del ejército realista y
traicionado por sus aliados criollos, para quienes éste era demasiado radical y
expresaba los intereses de las clases más explotadas, los artesanos de Bogotá[iii].
Esos hechos
demuestran que la Revolución Independentista de Hispanoamérica no tiene nada
que ver con "nacionalismos", menos con "unidad nacional" de
naciones que no existían como ahora se interpretan. Las ideologías nacionalistas fueron construidas
después de la independencia.
La independencia
fue una revolución política contra un régimen de absolutismo monárquico, en que
las capas sociales superiores y medias luchaban por sus derechos políticos:
unos, los "mantuanos" o criollos, moderados en política, aspiraban a
una monarquía constitucional; otros, los profesionales y capas medias,
radicales, a una república independiente.
Por debajo de
ellos, y recelando de ellos, las clases explotadas y excluidas de la vida
política, las "castas": esclavos negros, indígenas y mulatos y
mestizos de toda índole, aspirando a mejorar sus vida y deseosos de ser tomados
en cuenta, generalmente percibiendo como enemigo principal a los criollos, sus
explotadores directos (descendientes de los conquistadores y encomenderos), y
como aliada lejana a la monarquía española que creían protectora[iv].
La restauración
de Fernando VII, en 1814, la anulación de la Constitución de Cádiz, la dura
represión personificada en Morillo en Venezuela y Nueva Granada, que alcanzó
por igual a moderados, radicales y desengañó a las castas, terminaría por unir
a todas esas clases consolidando la independencia de España en la segunda fase,
entre 1818 y 1825.
Influyó que
Bolívar comprendiera que debía darse una política frente a los esclavos
(libertad a los esclavos que se unieran al ejército libertador, no a todos los
esclavos) y las demás castas explotadas de la sociedad colonial, si quería ver
triunfar definitivamente la independencia. Conciencia de esa necesidad que
maduró el Libertador durante su exilio, en Jamaica, pero especialmente en
Haití, a donde llegó en diciembre de 1815, país en el que recibió el apoyo del
general haitiano Alexandre Petion.
En conclusión,
Bolívar escribe la Carta de Jamaica exiliado en un momento de derrota de la
revolución independentista. Derrota debida al conflicto de intereses entre las
diversas clases sociales que conformaban la sociedad colonial hispanoamericana,
que chocaron entre sí y no encontraban un programa y un liderazgo común. Esa
primera fase, llena de contradicciones sociales que facilitaron la derrota a
manos del ejército realista se conoce en la historia de Colombia como "la
patria boba".
Sólo una nueva
circunstancia, en la que él se mostraba optimista en esta carta, que permitiera
superar las divisiones, haría posible mediante un programa político común dejar
atrás esa fase de estancamiento y dar pasos hacia la victoria definitiva. Fue
este exilio de Bolívar y esas reflexiones la que ayudaron sin duda al proceso
de superación de la fase inicial de la independencia.
Bolívar, las clases populares y el gobierno
"justo y liberal"
Pese a que al
inicio de la Carta, Bolívar rescata como propia la historia de las
civilizaciones precolombinas, y el destino trágico de sus habitantes y de
reyes, como Atahualpa, Montezuma y otros, la identidad social con la que
Bolívar se autoreferencia en la Carta, es clara, y no se refiere en general al mestizaje,
sino al criollismo como clase social:
"Mas nosotros, que apenas concervamos
vestigios de lo que en otro tiempo fue, y que por otra parte no somos Yndios ni
Europeos, sino una especie media entre los lejitimos propietarios del pais y
los usurpadores Españoles; en suma, siendo nosotros americanos por nacimiento,
y nuestros derechos los de Europa..." (Pág. 17).
En otra parte
denunciando los derechos perdidos, bajo los Borbones, que los Reyes Católicos y
Carlos V, en un "Contrato - social", le habían concedido a los
conquistadores que gobernasen como si "fuesen señores de la tierra",
que "organisasen la administracion, y ejerciesen la judicatura en
apelacion", ya que hacían la Conquista por su cuenta y riesgo. "El
Rey se comprometió, á no enagenar jamas
las provincias Americanas, como que á el no tocaba otra jurisdiccion que la del
alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal que allí tenian los
conquistadores para sí y sus descendientes" (Pág. 19).
Lo cual se
complementa con otra afirmación que realiza más adelante, refiriéndose al Perú
y su posible evolución política: "El Perú, por el contrario, encierra
dos elementos enemigos de todo regimen justo y liberal: oro y esclavos. El
primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de
un siervo, rara vez alcansa á apreciar la sana libertad; se enfurece en los
tumultos, o se humilla en las cadenas..." (Págs. 27 y 28).
En la tónica
civilizatoria que se conocería décadas después como postivismo, Bolívar dice,
respecto de Colombia: "Los Salvajes que la habitan serian civilizados,
y nuestras poseciones se aumentarian con la adquisicion de la Guagira"
(Pág. 26).
A donde queremos
llegar con esta parte del análisis es a establecer algunos elementos claves del
contexto:
1. La lucha por
la independencia expresó en momentos distintos los intereses de las diversas
clases sociales internas, que muchas veces chocaron entre sí;
2. Bolívar, y
por extensión la mayoría de los próceres de la independencia hispanoamericana
expresaban el sector ilustrado de la clase de los criollos o, en los casos más
radicales (a veces el del propio Bolívar) de las capas medias (abogados,
intelectuales, etc.). El pueblo y las castas (esclavos, indígenas, pardos) eran
vistos como clases subalternas, lo cual se prueba en múltiples hechos
posteriores, como el fusilamiento de Manuel Piar, en 1817, acusado de intentar
establecer una "Pardocracia" y quitar el mando a Bolívar;
3. Lo más
importante, el pensamiento político de la Ilustración, en boga a inicios del
siglo XIX, que compartían Bolívar y demás luchadores de la independencia, no
implicaba una democracia como ahora en el siglo XXI se entiende, ni siquiera
implicaba el derecho al voto universal, ni menos el derecho formal de las
clases explotadas o castas de ocupar cargos públicos. El ejército libertador
fue la única institución que permitió movilidad social ascendente a los
"pardos" y por eso el sector "bolivariano" del mismo tendió
a expresar políticamente a esos sectores populares.
4. El régimen
ilustrado, podía tener la forma de una monarquía o una república, pero debía
ser "justo y liberal", como dice Bolívar, siguiendo a Montesquieu. Es
decir, un régimen basado en el equilibrio de los poderes públicos (más adelante
citaremos cual cree Bolívar el más apropiado) y libertad de comercio. En
palabras de Bolívar: "Venezuela exigió un Gobierno democrático y
Federal; declarando previamente los derechos del hombre, manteniendo el
Equilibrio de los poderes y estatuyendo Leyes generalez a favor de la libertad
Civil, de Ymprenta y otraz..." (Pág. 20).
La lectura
literal de este programa, mencionado en la Carta, produce la falsa impresión de
que estos derechos debían alcanzar a todos los individuos de la sociedad por
igual, pero no es así. En todas las constituciones políticas de esa época el
sufragio siempre tuvo restricciones, por lo general limitado a quienes pagaban
impuestos (lo que daba un carácter de clase y sesgaba a las clases populares)
así como el acceso a los cargos públicos. A lo que hay que agregar que la esclavitud no fue eliminada por la
independencia, sino que persistió hasta mitad del siglo XIX. De ahí que sea un anacronismo pretender dotar
a Bolívar de aspiraciones seudosocialistas que no tenía.
La visión
política del Libertador
"Los acontecimientos
de la tierra firme nos han provado que las instituciones perfectamente
representativas no son adecuadas á nuestro caracter" (Pág. 22), dice
Bolívar en la Carta.
Aclaremos de
salida que, pese a esta opinión, Bolívar se opone tajantemente a cualquier
forma de Monarquía y se inclina por la forma de República, cuya estructura
describe al hablar de Colombia, la fusión de la Nueva Granada y Venezuela, que
él vaticina y levanta como programa, como veremos más adelante. En el mismo
sentido, defiende tenazmente un régimen centralista y se opone fuertemente al
federalismo, cuyos defectos pudo apreciar en la Nueva Granada (Pág. 25).
La base para tan
pesimista criterio la encuentra en el ejemplo venezolano de división de
partidos e intereses, encontrando asidero teórico en Montesquieu, quien alega
que es más difícil sacar a un pueblo de la servidumbre, que subyugar a uno
libre. "Pero, ¿seremos nosotros
capaces de mantener en su verdadero equilibrio la dificil carga de una
Republica? ¿Se puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado se
lanze á la esfera de la libertad, sin que, como a Ycaro, se le desagan las alas
y recaiga al abismo? Tal prodigio e inconcebible, nunca visto. Por consiguiente
no hay un raciocinio verocímil que nos alhague con esta esperanza"
(Pág. 23).
Luego analiza
país por país y vaticina el posible curso político que puedan tener:
1. México,
tendría una forma representativa con un poder ejecutivo fuerte concentrado en
un individuo (no se puede no pensar en Iturbide), cuya autoridad podría ser
vitalicia si actúa con acierto y justicia, de lo contrario, el poder se diluirá
en una Asamblea y, si el poder militar y aristocrático es fuerte es probable
una Monarquía (no se puede dejar de recordar la dramática historia mejicana del
siglo XIX) (Págs. 25 y 26).
2. Los estados
"del Ystmo de Panamá hasta Goatemala formarán quisá una asociacion",
y así fue, sólo que sin Panamá, qeu formaba parte de la Nueva Granada o la Gran Colombia. Agrega
la siguiente frase, muy al gusto panameño, aunque no es referida solo Panamá,
sino a toda Centroamérica: "Esta magnifica posision, entre los dos
grandes mares, podrá ser con el tiempo el emporio del Universo. Sus canales
acortaran las distancias del Mundo: estrecharan los lazos comerciales de Europa,
America, y Asia, traeran á tan felis region los tributos de las cuatro partes
del Globo; ¡Acaso allí podra fijarse algun dia la Capital de la tierra! como
pretendió constantino (sic) que fuese Bisancio la del antiguo hemisferio"
(Pág. 26). En gran medida acertó hasta
en 200 años de adelanto, salvo la frase optimista de que a "tan feliz
región" llegarán los tributos del globo.
3. De Buenos
Ayres pronostica un gobierno central con primacía militar, "por
consecuencia de sus diviciones intestinas y guerras eternas", que
podría degenerar en una oligarquía o "Monocracia" (Pág. 27).
4. "El
Reyno de Chile está llamado por la Naturaleza de su situacion... (y) el
ejemplo de sus vecinos los fieros Republicanos del Arauco, á gozar de las
bendiciones que derraman las justas y dulces Leyes de una Republica"
(Pág. 27).
5. Sobre Perú es
lo contrario de optimista, ya hemos mencionado los enemigos que tiene ese país
a su criterio (el oro y la esclavitud): "Supongo que en Lima no
tolerarán los ricos la democrácia, ni los esclavos y pardos libertos la
aristocracia. Los primeros preferirian la tirania de uno solo, por no padeser
las persecuciones tumultuarias..." (Págs. 27 y 28).
6. Hablando de
Colombia, surgida de la unión de Venezuela y la Nueva Granada, Simón Bolívar describe
su ideal de forma de gobierno: "Su gobierno podrá imitar al Yngles, con
la diferencia de que en lugar de un Rey, habrá un poder ejecutivo electivo
cuando mas vitalicio, y jamas hereditario si se quiere la Republica, una Camara
o senado lejislativo hereditario que, en las tempestades politicas se
interponga entre las olas populares y los rayos del Gobierno; y un Cuerpo
lejislativo de libre eleccion, sin otras restricciones, que las de la Camara
baja de Ynglaterra... Como ésta es mi patria, tengo un derecho incontestable
para desearla lo que en mi opinion es mejor" (Págs. 26 y 27).
Más o menos esta
es la descripción de lo que plasmaría diez años más tarde en la Constitución
Política que redactó en Bolivia, con Sucre, y que le ganó la furia de la oligarquía
colombiana, que lo acusó de dictador. Respecto a Colombia, falla en vaticinar
una capital en Maracaibo, y acierta en que Nueva Granada se desmembrará para
formar un estado aparte, dado el peso del federalismo allí, que se opondría a
un gobierno centralista.
Bolívar
deseaba la unidad de Hispanoamérica pero no veía factible un solo estado
Uno de los
equívocos usuales respecto al texto de la Carta de Jamaica es la creencia de
que en ella se desarrolla la idea de constituir un solo estado nacional, desde
México hasta Argentina. Pero es todo lo contrario, Simón Bolívar considera ese
objetivo como deseable, pero imposible de realizar. Por ende, bien leídos, los
párrafos que aluden a esa idea son negativos, pesimistas respecto a ella.
A veces también
se señala al Congreso Anfictiónico de Panamá, de 1826, como el intento de
Bolívar por concretar la idea de la unidad continental bajo la forma de un solo
estado nacional, supuestamente vaticinada en la Carta de Jamaica. Pero es
importante aclarar que, como estado
nación unificado, la aspiración en la que se enfrascó el Libertador, fue
la unidad entre la Nueva Granada y Venezuela, bajo la denominación de Colombia
o Gran Colombia. Ecuador entró en la ecuación porque parte de su territorio era
una capitanía del virreinato de la Nueva Granada.
Cuando Simón
Bolívar y el mariscal Sucre culminaron el proceso de independencia, liberando a
Perú y Bolivia en 1825, el Libertador redactó una Constitución Política con la
pretensión de crear un estado nacional, con un gobierno centralizado, que
incluyera a la Gran Colombia y a esos dos territorios recién independizados
(Perú y Bolivia). Sin embargo, inmediatamente las oligarquías de Bogotá,
personificada por Santander[v],
y los burgueses peruanos, a los que se sumaría Páez en Caracas posteriormente,
empezaron a sabotear el proyecto hasta hacerlo fracasar.
En ese marco se
da la convocatoria y realización del Congreso Anfictiónico de 1826 en Panamá.
Pero la idea no era conformar un solo estado nación, con un gobierno central,
sino la de establecer una alianza político militar, una confederación de mutuo
apoyo en caso de que España intentara una invasión de reconquista con el apoyo
de las fuerzas reaccionarias de la Santa Alianza europea.
La intención de
Bolívar con el congreso de Panamá era organizar la alianza defensiva frente a
la alianza reaccionaria que acababa de restaurar nuevamente el absolutismo
español en la persona de Fernando, luego de tres años de gobiernos liberales
encabezados por el general Riego.
El sabotaje de
las oligarquías regionales a todos los intentos unitarios de Bolívar, incluyó
desde el fracaso del propio Congreso Anfictiónico, la expulsión de las tropas
libertadoras de Lima, pasando por una guerra absurda entre Perú y la Gran
Colombia, el asesinato de Sucre, el intento de asesinato del propio Libertador,
en 1828, hasta que finalmente renunció harto de todo en 1830.
Pese a que la
idea del Libertador de unidad o alianza continental fuera saboteada y anulada
en aquella época, y haya seguido siendo socavada a lo largo de doscientos años
por las mismas clases oligárquicas de entonces, que aún perduran, la grandeza
del pensamiento bolivariano es que la misma resurge constantemente y con mayor
fuerza cada vez, como el mítico Ave Fénix, en el siglo XXI encarnada por
organismos como el ALBA o la CELAC. De manera que esa pequeña idea que quedó
plasmada en la Carta de Jamaica, que se transformó en el norte programático por
el que luchó toda su vida Simón Bolívar, sigue iluminando la acción de las
generaciones actuales de latinoamericanos que lucha por la segunda y definitiva
independencia.
Dice Bolívar:
"Es una Ydea grandiosa pretender formar de todo el nuevo mundo, una
sola nacion con un solo vinculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya
que tiene un origen, una lengua, unas costumbrez y una Religion, deberia por
consiguiente tener un solo Gobierno, que confederase los diferentes estadoz que
hayan de formarse..." (Pág. 28).
Enseguida dice
con toda claridad: "mas no es posible, por que climas remotos,
situaciones diversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen á la
America" (Loc. Cit.).
Y culmina con la
frase tan gustada por los panameños, pero dicha en tono de deseo (el Congreso
Anfictiónico, al reunirse parece confirmarla, pero al fracasar también confirma
la justeza y objetividad de Bolívar, al ver impracticable ese estado nación
unificado):
"¡Que
bello seria que el Ystmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto
para los Griegos! ¡ojalá que algun dia tengamos la fortuna de instalar allí un
augusto Congreso de los Representantes de las Republicas, Reynos e Ymperios á
tratar y discutir sobre los altos intereses de la Paz y de la Guerra, con
naciones de las otras partes del Mundo. Esta especie de Corporacion podrá tener
lugar en alguna epoca dichosa de nuestra regeneracion: otra esperanza es
infundada; semejante á la del Abate Sanct. Pierre, que concibió el laudable
delirio de reunir un Congreso Europeo, para desidir de la suerte y de los
intereses de aquellas naciones"(Págs. 28 y 29).
Previamente ha
analizado la posibilidad de que aparezca un sólo estado nacional, bajo la forma
de un Imperio, cuya metrópoli sólo podría ser México, e incluso especula que
podría hasta establecer su capital en Panamá, por la equidistancia, pero enseguida
lo descarta por que padecería los mismos problemas que en ese momento disuelven
el sistema colonial español (Págs. 23 y 24).
Simón Bolívar
expresa su convicción de que se conformarán entre 15 y 17 estados o repúblicas
independientes: "Mister. de Pradt ha dividido sábiamente á la America
en quince ó dies y siete Estados, independientes entre sí, gobernados por otros
tantos Monarcas. Estoy de acuerdo en cuanto á lo primero, pues la America
comporta la creación de diez y siete Naciones; en cuanto á lo segundo, aun que
es mas facil conceguirlo, es menos util; y a sí, no soy de la opinion de las
Monarquias Americanas" (Pág. 24).
El párrafo
faltante de la Carta de Jamaica
Como hemos dicho
al inicio, la edición que reseñamos contiene la versión original y completa de
la Carta de Jamaica encontrada en Ecuador por el historiador Amílcar Varela
Jara, la cual contiene un párrafo faltante en la anteriores ediciones en lengua
española, pero que sí aparecieron en las inglesas.
El párrafo alude
a preguntas de Henry Cullen respecto a si una motivación de los americanos
meridionales para luchar por su independencia se encontraría en ideas místicas
respecto al retorno de dioses salvadores, y la restauración de reinos perdidos o resurrección de liderazgos mesiánicos que el fanatismo
religioso podría transformar en acción de colectiva de los pueblos.
Toda la
respuesta razonada de Bolívar, que ocupa las páginas 29, 30 y 31, dan cuenta de
las convicciones ateas o, cuando más librepensadoras, del Libertador. Aunque menciona
el uso de la imagen de la virgen de Guadalupe por los patriotas mejicanos,
descarta en términos generales que una creencia mística vaya a ser el motor de
la lucha. Como hombre moderno, liberal e
ilustrado, afirma: "... la union no nos vendrá por prodigios divinos,
sino por efectos sesnsibles y esfuerzos bien dirijidos" (Pág. 31).
En el párrafo
faltante dice: "Por otra parte, el tiempo de las apariciones ha pasado;
y aun que fuesen los americanos mas supersticiosos de lo que son, no prestarian
fe á las supercherias de un Ynpostor, que seria tenido por un cismático ó por
el Anticristo anunciado en nuestra Religión" (Pág. 30).
Es interesante
preguntarse por qué desapareció ese párrafo de las ediciones del siglo XIX de
la Carta de Jamaica. Solo cabe especular que, cumplida la independencia, pero
derrotado Simón Bolívar y sus aspiraciones modernizantes, para establecer un
sistema político justo y liberal, basado en la división de poderes, las
oligarquías descendientes de los encomenderos instauraron regímenes tiránicos
que apelaron a la tradicional maquinaria de la Iglesia Católica para mantener
sujetos a los pueblos en una ideología de la sumisión. Tal vez para esos
jerarcas católicos, el párrafo en cuestión sería un poco fuerte.
Culminemos con
Bolívar: "Cuando los sucesos no están asegurados; cuanod el estado es
debil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las
opiniones se dividen, las pasioness las agitan, y los enemigos las animan para
triunfar por éste facil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de
una nacion liberal que nos preste sus proteccion; se nos verá de acuerdo
cultivar las virtudes y los talentos que conducen á la gloria; entonces
seguiremos la marcha magestuosa acía las grandes prosperidades á que esta
destinada la America meridional, entonces las ciencias y las artes, que
nacieron en el Oriente, y han ilustrado á la Europa, volarán á Colombia libre
que las convidará con su asilo" (Pág. 31).
[i] Bolívar, Simón. Carta de Jamaica. 1815 - 2015. Comisión
Presidencial para la Conmemoración del Bicentenario de la Carta de Jamaica.
Colección Unidad Nuestra América. República Bolivariana de Venezuela, 2015.
[ii] Uslar Pietri, Juan. Historia de la rebelión popular de 1814.
EDIME. Caracas - Madrid, 1962.
[iii] Liévano Aguirre, Indalecio. Los grandes conflictos sociales y
económicos de nuestra historia. Círculo de Lectores, S. A. Bogotá, 2002.
[iv] Beluche, Olmedo. Independencia hispanoamericana y lucha de clases.
Segunda Edición, corregida y aumentada. Editorial Cultural Portobelo.
Biblioteca de Autores Panameños No. 64. Panamá, marzo de 2012.
[v] Gómez, Laureano. El final de la grandeza. Editorial Hojas e
Ideas. Santa Fe de Bogotá, 1993.
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