Democracia y ciudadanía social - Pierre Rosanvallon
“La democracia afirma
su vitalidad como régimen en el momento en que decae como forma de sociedad. En
cuanto soberanos, los ciudadanos no dejaron de acrecentar su capacidad de
intervención y de multiplicar su presencia.
En adelante, no se
contentan con hacer oír su voz en las urnas de manera intermitente. Cada vez
más activamente, ejercen un poder de vigilancia y de control. Adoptan las formas
sucesivas de minorías activas o de comunidades que compartieron experiencias
difíciles, tanto como la de una opinión difusa, para hacer presión sobre
aquellos que los gobiernan y expresar sus expectativas y sus exasperaciones.
La vivacidad misma de
las críticas que dirigen al sistema representativo da la medida de su
determinación para dar vida al ideal democrático. Es un rasgo de época. La
aspiración a la ampliación de las libertades y a la instauración de poderes que
sirvan a la voluntad general en todas partes hizo vacilar a los déspotas y
modificó la cara del globo.
Pero este pueblo
político que impone su marca cada vez con más fuerza, está cada vez menos unido
socialmente. La ciudadanía política progresa al mismo tiempo que retrocede la
ciudadanía social. Este
desgarramiento de la democracia es el hecho más importante de nuestro tiempo, y
portador de las más terribles amenazas. Si prosiguiera, lo que a largo
plazo podría vacilar, en efecto, es el mismo régimen democrático. El
crecimiento de las desigualdades es a la vez el indicio y el motor de este desgarramiento.
Es la lima sorda que produce una descomposición silenciosa del lazo social y,
en forma simultánea, también de la solidaridad.
El fenómeno fue objeto
de múltiples estudios estadísticos. Todos convergen para subrayar la parte que adopta
el incremento espectacular de las remuneraciones más elevadas en la constitución
del fenómeno, ya se trate de las de los grandes directivos de la industria, de
los dueños de las finanzas o muy simplemente de los cuadros dirigentes, como
también de los grandes deportistas o de las estrellas del show business. Así,
en Estados Unidos, el 10% de los ingresos más elevados totalizaban el 50% de los
ingresos totales en 2010, cuando este porcentaje no era sino del 35% en 1982.
En el caso francés, el salario medio del 1% mejor remunerado aumentó alrededor del
14% entre 1998 y 2006, y el del 0,01 que está en la cumbre de la escala, cerca
del 100%, mientras que la progresión sobre el mismo período no fue sino del 4% para
la gran masa del 90% de los asalariados de la parte inferior.
El movimiento posterior
asistió al continuo aumento de esta brecha, como lo mostraron algunos trabajos
publicados por el INSEE. El incremento de estas brechas se verifica en todas
partes en el mundo. En forma simétrica, la cantidad de personas que cobran las
remuneraciones más bajas, como los asalariados del SMIC en Francia, se incrementó
(en la actualidad, un asalariado de cada cinco cobra un salario cercano al
mínimo), mientras que son igualmente más numerosas las familias que viven bajo
el umbral de la pobreza, sobre todo bajo el efecto de la desocupación y la
precarización de las formas de trabajo. Estas brechas crecientes de ingresos
acompañaron una concentración acrecentada de los patrimonios. Así, en Estados Unidos
el 20% de los individuos poseen el 93% de todos los activos financieros (excluyendo
el patrimonio inmobiliario cuyo valor, por otra parte, se ha contraído). En el
caso francés, el 1% más rico posee el 24% de la riqueza del país, y el 10% más
acomodado, el 62%, mientras que el 50% de los menos provistos no poseen más que
el 6%. Por cierto, la medida de estas desigualdades es compleja y plantea
importantes problemas de método, y la cuestión de las desigualdades, a su vez,
evidentemente no se limita solamente a las cuestiones de ingreso y de
patrimonio.
Pero estas pocas
indicaciones podrían ser fácilmente aclaradas y declinadas ad nauseam, a tal
punto la literatura científica es abundante sobre el tema. Sólo se mencionan
aquí para establecer el decorado y sugerir la amplitud del fenómeno. Ya que,
para el propósito de este libro, lo importante está en otra parte. Reside en la
comprobación de que nunca se habló tanto de estas desigualdades y, al mismo
tiempo, nunca se hizo tan poco para reducirlas. Aquí existe una contradicción
decisiva que hay que explorar. Contradicción que replica el hecho de la brecha que
se profundiza entre la progresión de la democracia-régimen y la regresión de la
democracia-sociedad”
Fuente:
Pierre Rosanvallon (2012).
La sociedad de iguales. Argentina:
Manantial. pp, 17,18,19.
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