Apuntes sobre la necesidad de una escuela de formación política[1] - Abdiel Rodríguez Reyes
Llama la atención la (des) o (a) politización de la sociedad[2],
también hay que tener cuidado con la (sobre) politización. Esto tiene como
consecuencia una sociedad – al menos la
panameña – que no se organiza, no participa y no exige mejores condiciones
de vida y mayor inclusión. Esto en otras partes del hemisferio, por ejemplo (en
Hong Kong; Ayotzinapa, México; Puerto Príncipe, Haití; Fergunson, Misuri) ya
está cambiando.
En el plano de la educación en general y la superior en particular,
ya se inicio un proceso de privatización de la educación, con la proliferación
de universidades, por un lado las de garajes y por otro las transnacionales,
que compran derechos de otras universidades para poder operar, la mayoría de
estas universidades se especializan en formar mano de obra que necesita el
mercado (servicios del sector terciario) y no producen conocimiento alguno. En
la lógica de satisfacer (exclusivamente) el mercado se va formando también una masa apática a la
política.
Siguiendo estas preocupaciones, es necesario crear las
condiciones para la formación política del ciudadano. Entiéndase “política”
como la búsqueda de bienestar común y un mejoramiento sostenido de la condición
humana. Una formación que se visualice un mundo más democrático y justo.
Para que esto se dé, deben converger políticos,
intelectuales, activistas, organizaciones, instituciones y ciudadan@s de diversas
tendencias ideológicas. No está de más recordar que la verdadera representatividad,
de la que tanto se habla en la democracia representativa, está en la
diversidad, donde estén realmente representadas las diferentes tendencias ideológicas,
no en los discursos abstractos.
En esta línea, es necesario re-pensar la democracia representativa
y sus limitaciones, y empezar a pensar en democracia participativa.
Objetivos mínimos para
formar políticamente a l@s ciudadan@s
Dentro de los objetivos mínimos a los cuales debemos apuntar
para lograr formar políticamente a los ciudadanos, podemos enumerar al menos tres:
1-
Crear espacios de debate político, democrático y
horizontal, donde todos estemos en la misma posición.
2-
Educar políticamente a la ciudadanía en general,
dependiendo de cada particularidad y grado de complejidad.
3-
Estimular una cultura política consiente de los
problemas sociales, en todas sus dimensiones, desde las escuelas, las
universidades y llevarlo a la cotidianidad, a las comunidades, a las comarcas,
a los barrios, a las veredas, al campo, a los diversos sectores emergentes que
exigen mayores reivindicaciones, desde sus particulares condiciones.
En la actualidad, la masa ciudadana, aún no logra concientizarse,
no logra hacer la batalla ciudadana - política, no logran fundamentarse por sí
mismo sus reales necesidad, tanto individuales como colectivas. Sino que se
dejan imponer desde afuera, por la publicidad y los medios de comunicación
masivos, lo que necesita e, incluso como deben actuar. Resultado de esto,
tenemos el social-conformismo (sujeto conforme con el mundo en que vive). Así el
ciudadano, sin formación política, se deja guiar por su sentido común y lo que
desde afuera se le impone. El cambio en el ciudadano debe venir desde adentro.
La educación tanto en la escuela como en la universidad – así como está fundamentada en la sociedad de
mercado – no ha logrado hacer eco de
las necesidades reales, de bienestar común y un mejoramiento sostenido de la
condición humana, por lo que no hay que reducirse a estos espacios
tradicionales, sino trabajar en y con las comunidades, las comarcas, los
barrios, las veredas y el campo.
Hay que enseñarle a los más jóvenes, especialmente, ejercitarse
en la ciudadanía, eso nos llevan a lanzarnos en busca de una nueva utopía, de
un mundo más justo y democrático, un mundo diferente a este lleno de
desigualdades, donde el 1% (los mega ricos del mundo) se quedan con el 50 % de
la riqueza global.
Política y formación
En nuestra sociedad es muy común reducir a la política a las
elecciones, esta visión simplista es la que la formación política es la que
debemos borrar. La formación política debe hacer una aclaración conceptual de
los temas relacionados a la ciudadanía, para hacer buen uso del concepto y
lograr una práctica correcta del mismo.
La política tiene que ser entendida como servicio. Ya se ha hecho evidente que nuestros “políticos criollos”
han tomado el camino de oportunismo y corrupción.
Debemos estar enfocados en que una formación política tiene
que ser liberadora, alejada de los dogmas, no estar reducida a un manual, sino
potenciar el pensamiento de l@s ciudadan@s, para que tengan la capacidad por si
mismos de plantearse los problemas que tiene la sociedad.
Una formación política entre lo posible tiene que crear un
juicio científico y humano con respecto a la política y la ciudadanía en sus
diversas acepciones y manifestaciones.
¡Es necesario el apoyo
de tod@s!
En este punto es necesario contar con el apoyo de intelectuales,
activistas, políticos (en el sentido real del término) y ciudadan@s con ánimos de
ejercitarse en la ciudadanía. Para
entablar el debate permanente en lo que nos ocupa: “la ciudadanía y la política
en todas sus dimensiones”, hay que buscar espacios comunes. A partir de estos
hay que crear seminarios, talleres comunitarios, cursos, cátedras libres que
atiendan la demanda ciudadana que necesita formarse políticamente.
Para ir concluyendo, para empezar a trabajar
No podemos pensar
en mayor participación, al menos una coherente, sino no nos planteamos y
debatimos dónde estamos y para donde queremos ir como sociedad, como ciudadano.
Debemos empezar a trabajar, a des-aprender de las viejas prácticas, y aprender
nuevas, donde la formación y participación son el norte en la construcción de
un país más justo y democrático, un país donde se respete los derechos civiles,
económicos, sociales y culturales.
Un país formado
políticamente es más difícil doblegarlo.
[1] Ponencia [actualizada y modificada] en el acto constitutivo del Polo Ciudadano. Sábado 20 de septiembre de 2014. Se
pueden consultar otras versiones en El
Panamá América, en Rebelión y en
la ALAI.
[2] Véase: José Mathurin, “La
despolitización de la sociedad y sus peligros”. En: La Estrella de Panamá.
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