3 de octubre de 1989: Noriega era una escusa para invadir Panamá. Por Olmedo Beluche
Los hechos
del 3 de octubre del 89, probaron que Noriega era una excusa de Estados Unidos
para invadir Panamá, a la vez que el carácter antipopular del régimen militar*
El 3 de
octubre se produciría el acontecimiento más relevante de este último período
del régimen. El Mayor Moisés Giroldi, jefe de la Compañía Urracá, encargada de
la seguridad del Cuartel Central, junto a otros oficiales, intentó un nuevo
golpe de estado contra Noriega, deteniéndolo al momento de arribar a sus
oficinas. Durante cuatro horas Noriega estuvo prisionero y atado mientras los
alzados hacían frente a las tropas leales al general, y negociaban directamente
con el Secretario de Defensa norteamericano, Dick Cheney, la posibilidad de
entregarlo a cambio de un apoyo a los golpistas.
Pero las
tropas norteamericanas, acantonadas a menos de cinco minutos del lugar de los
hechos no acudieron ni a buscar a Noriega, ni a apoyar a los insurrectos. El
mismo Cheney señaló que "nunca les dio una respuesta". El único gesto
de apoyo fue que las tropas norteamericanas cortaron el tránsito por la
carretera Interamericana por donde tenían que movilizarse los leales a Noriega.
Esta acción fue denunciada posteriormente por el gobierno panameño como una
acción intervencionista en favor de los alzados, aunque Cheney diría que fue
una casualidad.
Los
dirigentes del golpe, una vez que se rindieron fueron fusilados, incluso el
Mayor Giroldi. El resultado del fracasado intento fue, según el "parte de
guerra" emitido por las FDP: 10 muertos (se los presentó como muertos en
combate), 26 heridos, 37 detenidos y 5 prófugos. Entre los muertos había un
mayor, 4 capitanes, un teniente, dos subtenientes y dos sargentos. Era la mayor
fisura en la historia de las FDP. Después de esto jamás se recuperó la
confianza entre la oficialidad. La cúpula en torno a Noriega se hizo más
cerrada, y fueron retiradas grandes cantidades de armamentos de los cuarteles.
El
interrogante que el país entero debatía era: ¿Por qué Estados Unidos teniendo
la oportunidad apresar a Noriega y sacarlo del país, resolviendo así la crisis,
no lo hizo? Tal vez porque el gobierno norteamericano ya se había decidido por
la opción de invadir Panamá, despejando del camino a todos los sectores,
civiles y militares, que obstaculizaran sus lineamientos en Panamá.
Podría ser
también porque los golpistas no eran una garantía para Estados Unidos, por
cuanto representaban una continuidad de las FDP. Estas aprensiones podrían
haber sido acicateadas por el tono "torrijista" de la proclama
lanzada por Giroldi, la cual decía que las FDP "siguen representando un
papel histórico iniciado el 11 de octubre de 1968 con el torrijismo", y
que "mantenemos nuestra posición de la no injerencia de países extraños en
nuestros asuntos internos al igual que mantenemos la capacidad de
autodeterminación de nuestro pueblo en busca de su soberanía total".
La reacción
de Guillermo Endara y Ricardo Arias C., a nombre de la ADOC, fue la de
considerar que el levantamiento "dramatiza la descomposición de la vida
nacional que evidentemente alcanza también a las Fuerzas de Defensa".
Colocado en este punto tan crítico, el régimen panameño endureció sus
posiciones. El mismo Noriega, en un discurso del 5 de octubre, expresó:
"No podemos jugar a la democracia cuando nos tienen
avasallados...", llamó a que se despidieran a los empleados
públicos sospechosos de simpatizar con la oposición, que se derogaran las leyes
que "protegen" a los enemigos y a imponer un paquete de "leyes
de guerra".
En una
declaración emitida el mismo 3 de octubre el PRD decía: "No podemos seguir
tolerando la actividad sediciosa, inconstitucional y antinacional en los medios
de comunicación, en las escuelas e iglesias, en hospitales e instituciones
gubernamentales. Sólo medidas ejemplares frenarán la actividad enemiga, ya que
es evidente su compromiso abierto en los proyectos norteamericanos".
La semana
siguiente al golpe frustrado fueron emitidos los llamados "Decretos de
Guerra", un conjunto de siete decretos-ley por los cuales se atacaban
fundamentalmente derechos económicos y democráticos de los empleados públicos,
y no de las empresas transnacionales norteamericanas. El primer decreto
reprimía el derecho de los servidores públicos a la huelga, prohibiendo
terminantemente todo cese de labores, se prohibían "los ataques físicos o
verbales a los agentes de la autoridad", se tornaba causal de despido
cualquier acto que pudiera considerarse una colaboración con sectores
nacionales o extranjeros... que favorezcan la imposición de medidas
coercitivas .. o a sustituir a las autoridades constituidas... El
despido se convertía en irrevocable e inapelable.
Otro decreto
congelaba los aumentos salariales y prohibía el pago de la bonificación del
décimo tercer mes a los empleados públicos. El tercer y cuarto decretos
atacaban conquistas de los docentes, como su participación en la Dirección de
Personal y en la Comisión Coordinadora de la Educación, que redactaba un
proyecto de ley. Otro decreto importante reglamentaba el derecho de asociación,
señalando entre otras cosas que "ninguna organización o asociación podrá
anunciarse ni actuar como tal, sin haber obtenido el reconocimiento de su
personería jurídica por parte del Ministerio de Gobierno y Justicia", ésta
es la única de las leyes de guerra que de alguna manera amenazaba a los gremios
empresariales.
La respuesta
sangrienta y represiva, lejos de consolidar al régimen internamente lo debilitó
aún más, puesto que el descontento se coló hasta en sus propias filas.
Contribuyendo así a crear las mejores condiciones para la invasión
norteamericana, ya que, cuando ésta se produce, el aislamiento y la credibilidad
de Noriega estaban en su punto más bajo, sin que hubiera ningún sector
antimperialista que pudiera expresarse libremente y por ende tener simpatías en
sectores de masas.
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