12 de octubre. El impacto de la Conquista española sobre los pueblos del istmo de Panamá. Por Olmedo Beluche
En un lapso
menor a 20 años, entre 1501, fecha supuesta de la llegada de Rodrigo de
Bastidas a la costa caribeña del Istmo de Panamá, y 1519, cuando se funda la
ciudad de Panamá, en la costa del Pacífico, se produjo la destrucción de la
sociedad indígena que habitaba el centro y el oriente del istmo, entre la
península de Azuero y el Darién. Fue una verdadera hecatombe que liquidó
demográficamente a la cultura “cueva”, como la han denominado los antropólogos,
o la cultura kuna o dule, según Aristeides Turpana.
A mediados
del siglo XVI casi no quedaban vestigios de su sociedad, ni de su modo de
producción agrícola, ni de su lengua, ni, por supuesto, sus habitantes, si es
verdad que se trataba de una cultura distinta (cueva) a la dule (la cual sí
resistió en el Darién colombo-panameño hasta el siglo XIX y en los siglos
posteriores repobló la zona). La mayor parte de la barbarie cometida por los
conquistadores, que el cura Bartolomé De Las Casas describiera en detalle, se
produjo en el Istmo de Panamá.
Según el
historiador Alfredo Castillero Calvo[i], se dio “la ruptura brutal que, a partir
del momento del Contacto, sufre la racionalidad geográfica que había sido
culturalmente fabricada por los aborígenes del Istmo”, la
destrucción del “...espacio geográfico del Istmo (que) había sido
organizado por los distintos grupos indígenas en “pisos ecológicos” a partir de
los sistemas ribereños”, el cual fue suplantado a la larga por una lógica del
espacio que ha pasado a denominarse “transitismo”.
Transitismo
que implica una racionalidad económica y cultural puesta en función del mercado
y el naciente capitalismo mundial, no la agricultura de subsistencia, con
escaso comercio que había imperado hasta entonces.
La lógica
transitista con la que se impone la conquista del Istmo de Panamá va tener su
génesis en los informes a la Corona española del cuarto viaje de Cristóbal
Colón, cuando se produce lo que Alfredo Castillero denomina “el descubrimiento
intelectual del Istmo”[ii], en el sentido de que, por los datos que
el Almirante recogió de los indígenas, había otro mar a escasa distancia y, por
ende, suponía que debía haber un “paso” o estrecho en algún lugar cercano. El
otro elemento que despertó la imaginación de los conquistadores fue su reporte
de la existencia de mucho oro en los atuendos de los pobladores de la región[iii].
De manera
que el proceso de conquista sobre Tierra Firme, “Castilla del Oro” o el Istmo
de Panamá, se estructuró con dos objetivos claros: la búsqueda del paso hacia
las islas Molucas o China, y la apropiación del oro local. No hubo, al menos
durante las tres cuartas partes del siglo XVI, intención alguna de dominio
económico para aprovechar la producción agrícola indígena, ni mucho menos el
establecimiento de colonias agrícolas por parte de los propios colonizadores.
El tamaño de
la población de los cacicazgos existentes entre Azuero y Darién, antes de la
llegada de los conquistadores españoles, aún es tema de debate. Las
estimaciones más conservadoras señalan una población de entre 150 y 250 mil
habitantes. La mayoría de ellos perecieron en las cacerías humanas montadas por
los conquistadores, a las que llamaban “cabalgadas”, las cuales empezaron bajo
la dirección del propio Vasco Núñez de Balboa, desde Santa María La Antigua,
pero se hicieron más feroces con Gaspar de Espinosa, a fines de 1515, siguiendo
órdenes de Pedrarias Dávila. Castillero señala que en este período se arrasó
con los cacicazgos, desde Darién (Comogre y Pocorosa), hasta Trota en Veraguas.
Cita a los cronistas en el sentido de que, aparte de los muertos en los
asaltos, se trajeron cautivas hasta 40.000 personas para los lavaderos de oro
en Darién[iv].
El resultado
de este holocausto se aprecia mejor, si se toma en cuenta que, entre 1519 y
1522, cuando se fundan las ciudades españolas de Panamá, Nombre de Dios y Natá,
y se realizan las primeras encomiendas, sólo pudieron contabilizarse 8.729
personas, que fueron entregados en “encomienda” a 120 españoles. En Natá no
llegaban a 3.000 los indígenas repartidos.
Las estimaciones
de Castillero consideran que no superaban los 15.000 indígenas en toda la
región descrita. Pero la situación empeoró a inicios de la década de 1530, con
la conquista del Perú, a donde fueron enviados algunos miles que
quedaban (hasta 10.000 varones jóvenes). En el último tercio del siglo XVI, una
nueva incursión en Darién sólo encontró tres grupos que sumaban 700 individuos,
que fueron relocalizados en las islas del golfo de Panamá[v].
Sólo se
salvaron de este desastre las comunidades que habitaban la cordillera hacia el
occidente y en la vertiente caribeña, que permanecieron aislados y en
resistencia a los conquistadores. Los kunas llegarían posteriormente,
procedentes del golfo de Urabá, ocupando el espacio deshabitado que dejaron la
extinta población cueva y los propios españoles en la zona del Darién, según la
versión prevaleciente entre historiadores y antropólogos.
La
penetración española en Veraguas y Coclé del Norte, expandiéndose desde Natá,
sólo se consolidaría en las últimas décadas del siglo XVI. En lo que hoy es la
provincia de Chiriquí tardaría más porque, aunque tempranamente se fundó
Fonseca, ésta fracasó.
La situación
descrita convirtió la ausencia de mano de obra en un problema crónico a lo
largo de los siglos XVI y XVII. Problema que se intentó resolver, primero con
indígenas esclavizados procedentes de la zona de Nicaragua y, posteriormente,
con mano de obra esclavizada de África. De acuerdo a Castillero, los españoles
organizaron política y económicamente el espacio a partir de la fundación de
ciudades. Bajo esa lógica, Pedrarias Dávila en representación de la Corona,
abandonó pronto a Santa María La Antigua, fundada en el golfo de Urabá por las
huestes de Vasco Núñez de Balboa, motivado por la pobreza de sus suelos, el
agotamiento de los lavaderos de oro y el proyecto de expansión hacia el norte,
Centroamérica, y hacia el sur, hacia el Perú.
Esto le
llevó a fundar las ciudades de Panamá, en la costa del Pacífico en 1519, Nombre
de Dios en el Caribe y Natá (1522) en las sabanas occidentales del centro del
Istmo. El eje Panamá-Nombre de Dios (más tarde Portobelo) obedece al objetivo
de garantizar el paso. Aunque de Natá suele decirse que su función
era la de aprovisionar la zona de tránsito española, en realidad fue
establecida como frontera con miras a la conquista de las minas de oro del
norte de Veraguas y Coclé[vi].
A partir de
la década de 1530, la conquista del Perú, asignó a la ciudad de Panamá, la
tarea de abastecer los barcos que zarpaban hacia allá. Asignación sumamente
importante porque el viaje podía durar hasta cuatro meses, debido a la
corriente de Humbolt. Panamá aprovisionaba los barcos fundamentalmente con maíz
y carne vacuna, “el resto venía sobre todo de Nicaragua”, a decir de Castillero[vii].
El
despoblamiento del Istmo no estaba restringido a los indígenas, sino también a
la población española, que marchaba al sur. Hacia 1537, en Natá, por ejemplo,
sólo quedaban 15 encomenderos y alrededor de 600 indígenas. A mitad del siglo
XVI, en el entorno de la ciudad de Panamá, ya existía una importante presencia
de esclavos africanos, pero no hay registros estadísticos de esta población
para esas fechas.
Panamá, 12
de octubre de 2015.
[i] Castillero C., Alfredo.
“Reorganización económica y política del espacio: 1519-1581. Fundación y
función de los pueblos de españoles e indios”. En: Historia General de
Panamá. Volumen I, Tomo I. Comité Nacional del Centenario. Panamá, 2004. Pág.
115.
[ii] Castillero C., Alfredo.
“Los primeros europeos. El descubrimiento del Istmo: de Rodrigo de
Bastidas a Balboa”. En: Historia General de Panamá. Op. Cit. Pág. 89.
[iii] Sibaja, Luis Fernando. El
cuarto viaje de Cristóbal Colón y los orígenes de la provincia de Costa Rica. EUNED.
San José, C. R. 2006.
[iv] Castillero, Alfredo. Conquista,
Evangelización y Resistencia. Instituto Nacional de Cultura. Colección Ricardo
Miró. Premio Ensayo 1994. Panamá, 1995. Págs. 37-53.
[vi] Castillero C. Alfredo.
“Conquista y fundación de las primeras ciudades: 1514-1526”. En: Historia
General de Panamá. Op. Cit. Págs. 103-114.
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