Apuntes sobre la coyuntura política: Democracia, intolerancia y constituyente - Abdiel Rodríguez Reyes
Después
de la nefasta invasión norteamericana a Panamá, se estableció la democracia “representativa”
que hoy conocemos, con todas sus limitaciones. Dos caminos se abren ha veinticinco
años transcurridos, uno el camino de rectificar los errores dentro de los
márgenes de este tipo de democracia, otro empezar a pensar en una democracia
participativa como un viraje a este cuarto de siglo de representatividad.
Hace
poco el magistrado de la Corte Suprema de Justifica, Harley Mitchell, en la
presentación de un libro sobre Cesar
Quintero[1],
señalaba que “el problema de la
democracia representativa es que aquellos que representan a veces se les olvida
los representados”.
Ya
pasado estos veinticinco años, podemos ir caracterizando, al menos de forma
general, la democracia panameña. En estos últimos años hay una marcada “intolerancia política” al sistema
político, según el Barómetro de las Américas de LAPOP[2]
de la Vanderbilt University. Esto se está acentuando cada vez más, gracias al
gran número de delitos de corrupción contra el erario público, que se ha hecho
público en diferentes medios. Esto no tiene que ser reducido a una persona o
gobierno, tiene que ser visto como el resultado de una determinada practica que
ya se ha naturalizado entre nosotros.
¿Hasta
qué punto la corrupción afecta la democracia? Hay que prestarle atención al
tema de la corrupción, como una cuestión sistémica, que no se reduce a una
persona en particular, sino que es una práctica normalizada en el grueso de la
sociedad, esto no exime la exigencia de certeza del castigo a la persona en
particular que comete actos de corrupción.
No
hay democracia con gobiernos corruptos y, esto no es algo que se cambie de un
día para otro. Esta patología social puede ser revertida por una formación en
valores cívicos y democráticos en un proceso de larga duración.
Todo
esto ha traído a la palestra pública otro debate, no de menos importancia, que
es el de la constituyente, ya sea paralela u originaria, independientemente por
cual se apueste, hay que estar claro, que si la sociedad en general, en sus
diversos sectores no está organizada, nuevamente los sectores dominantes, las
élites económicas, tendrán el control del proceso constituyente, imponiendo sus
intereses particulares.
Nuevamente
quedará el sin sabor, ese de que en Panamá solo un minúsculo grupo de no más de
veinte personas sabe lo que pasa en el país, mientras los otros tres millones
no sabemos nada.
en efecto, sobre la constituyente como fetiche hablaremos en próximos episodios...
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