Fracturas políticas[1]. Por: Abdiel Rodríguez Reyes
En
abril de este año publique un artículo en La Prensa titulado: La fractura en
nuestra democracia. Ahí pretendía explicar la fractura (entiéndase como cambio
de rumbo – culminación de una forma de gobernar – culminación de un bloque -
unidad histórica) social que empezó con
el golpe militar del 11 de octubre de 1968 y culminó con la nefasta invasión
norteamericana a Panamá el 20 de diciembre de 1989.
Las
fracturas políticas no son evidentes, se mueven debajo del telón, se dan en
periodos históricos donde hay denominadores comunes, se materializan por aquel
que mejor represente los intereses de la clase dominante y, colapsan por
contradicciones antagónicas.
En
octubre de 1968 cuando se da el golpe de estado a Arnulfo Arias, por parte de
Boris Martínez y Omar Torrijos como cabezas visibles, queda evidenciado que se
entra en un periodo donde no solo se da una fractura social - política, sino un
cambio ideológico de onda significación, que en una marco global, como se
experimentó en otras latitudes, tal es el caso de Francia (el mayo francés) y China
(la revolución cultural) complementan el complejo mundo de hoy. A partir de estos procesos que por su
naturaleza tienen una trascendencia para la historiografía contemporánea, no se
puede comprender los que siguen, sino es a la luz de estos.
Por
contraste en Panamá se retrocedió y algunos procesos políticos jamás alcanzaron
su mayoría de edad. Inmediatamente después del golpe, se instituye lo que los
militares llaman “la restauración de la republica” que ha rasgos muy generales
es una visión donde la política y el poder se conjugan.
Al
Periodo posterior de 1968 el filósofo Ricaurte Soler en su texto Panamá Nación
y Oligarquía lo ha llamado Bonapartismo[2]: “Entendamos bonapartismo
el poder estatal relativamente autónomo frente a las clases y sus luchas, que
en determinadas coyunturas históricas orienta el proceso económico arbitrando
los cambios sociales”.
Más
adelante en la misma obra señala:
“Por
lo que ha Panamá respecta un régimen bonapartista, el primero de nuestra
historia, es exactamente el que surgió en octubre de 1968 cuando la Guardia
Nacional, único instituto armado del país, asumió las responsabilidades del
poder público. Las causas más inmediatas del suceso las encontramos en las
multitudinarias manifestaciones antiimperialistas de enero de 1964”
Sobre
este periodo, los historiadores Celestino Arauz y Patricia Pizzurno lo han
caracterizado como de “un carácter populista y personalista bajo el signo de la
improvisación” más adelante añaden que es una especie de “populismo
paternalista”. También señalan que
“gracias a la danza de los millones que los organismos internacionales
ingresaron al país, por el establecimiento del centro financiero internacional,
Torrijos logró consolidar la dictadura militar, al tiempo que convirtió al
Estado Panameño en inversionista y empresario”. Estas notas características de
la época aclaran en gran medida el camino trazado que a primera vista resulta
contradictorio, teniendo en cuenta que por un lado Omar Torrijos bajo la egida
progresista, populista y bonachón con el pueblo exalta la nacionalización de algunos
rubros. Y por otro lado, se dan los
movimientos telúricos donde se fortalece la lógica del sistema mundial
capitalista y, quedan los intereses del pueblo al servicio del fundamentalismo
del libre mercado y las políticas del neoliberalismo.
Consolidado
este proceso que culminó con la nefasta invasión norteamericana, se paso a lo
que denominamos la democracia representativa, que va desde el gobierno de
Guillermo Endara hasta el hoy presidente Ricardo Martinelli.
La
historia nacional de 1968 a 1989 al igual que muchas otras, está preñada de
sobre saltos y particularidades propia de su contexto. Donde las contradicciones
se tensaron al punto de no encontrar solución por sí mismas. Como resultado se
necesitaron cambios que de hecho se dieron a lo interno de los procesos políticos,
sociales, económicos y culturales que demostraron el desgaste de esa forma de
gobernar, es decir la culminación de esa unidad histórica y el comienzo de
otra.
Comentarios
Publicar un comentario