Ricaurte Soler y la importancia del pensar crítico y teórico. Por: Abdiel Rodríguez Reyes
La función revolucionaria de la filosofía, como
pensamiento fecundante de la praxis, desaparece en los claustros. El
prerrequisito de la filosofía académica en la etapa imperialista es el no cuestionamiento
del sistema. De ahí que la filosofía se convierte en saber de “profesionales”,
de especialistas.
Ricaurte Soler (1991:77-78)
Soler se está
convirtiendo en un mito. El mito organiza y explica lo que está más allá de lo
evidente. Ricaurte Soler es el pensador crítico más importante de la segunda
mitad del siglo XX en Panamá. Un pensador crítico, como diría el filósofo vasco
Xabier Insausti, es el crítico social que no busca rentabilidad política
inmediata, es quien perfora el sistema, en nuestro caso local vinculado al
colonialismo y al imperialismo. Dar respuestas más allá de la coyuntura fue uno
de los objetivos de Soler y, en ese sentido, rescatamos su pensar teórico. Con
raras excepciones, este pensar está ausente en nuestro modo de investigar y
producir conocimiento. La especulación filosófica no la percibimos y el corte
crítico tampoco. El vuelo teórico de Soler nos permite ver los procesos y
enfatizar en los acontecimientos.
La producción de Ricaurte Soler nos muestra su peso teórico. Enrique Semo,
Pablo González Casanova, Arturo Ardao, René Zavaleta, entre otros, fueron sus pares. En nuestro medio el interés y
resalto de Soler es mínimo. El reciente libro El pensamiento crítico de Ricaurte Soler (2019) y el número 163 de la
revista Tareas será en conmemoración
de los 25 años de su fallecimiento, intentan llenar ese vacío. Es necesario
reencontrarse con la obra soleriana para trascender del cuadrado al poliedro;
solo sobre hombros de gigantes, sobre el coloso Ricaurte Soler podremos ampliar
nuestros horizontes críticos y teóricos.
Soler nunca fue profesor en el Departamento de Filosofía. Sin embargo, es
el filósofo e historiador de las ideas panameño más citado y estudiado internacionalmente.
Moreno Davis en su libro Historia,
espíritu y autenticidad de la Filosofía en Panamá y panameña — que, dicho
sea de paso, amerita una actualización — dedica algunas líneas al respecto.
Moreno Davis trató la disputa en que Ariosto Ardila le ganó la cátedra de Introducción a la Filosofía a Soler por
créditos. La situación lo resumimos con la siguiente cita “El Departamento de
Filosofía perdió así un buen profesor de filosofía; pero los latinoamericanos
ganaron un excelente investigador de la historia de las ideas de América” (Moreno Davis, 2006, p. 57).
Su trabajo de licenciatura Pensamiento
panameño y concepción de la nacionalidad durante el siglo XIX. Para una
historia de las ideas en el Istmo, para optar al título de Filosofía e
Historia, fue dirigido por el ensayista Rodrigo Miró. En principio lo dirigiría
el historiador Carlos Manuel Gasteazoro, pero por motivos de estudios en el
extranjero, recomendó a Miró para que lo supliera. En muestra de agradecimiento
Soler le dedicaría su enjundiosa obra de juventud El positivismo argentino publicado en 1959, cuando apenas tenía 27
años.
Sus estudios propiamente filosóficos son breves y densos ensayos. Su
interés por la Filosofía está marcado por la dialéctica, por el materialismo en
función de un pensar revolucionario con “la misión de humanizar al mundo
transformándolo” (Soler, 1989, p. 36). Entre 1960 y 1973, desde Materialismo e idealismo hasta Estudios
filosóficos sobre la dialéctica pasando por Modelo mecanicista y método dialéctico, hizo referencia constante a
esa temática. En un texto poco estudiado, Tradición,
reflexión y enseñanza de la Filosofía en Panamá (1991), explicó su visión
histórica de la Filosofía y cómo la filosofía profesional academicista “aparece
como una instancia más de los aparatos ideológicos de la dominación”
Su campo predilecto de trabajo fue la Historia de las ideas, desde la tesis
de licenciatura en 1954 sobre Justo Arosemena y la doctoral de 1958, sobre el
positivismo argentino. Este último texto fue, según Arturo Andrés Roig,
fundamental en el despertar de ese filosofar de nuestra América liberador. Soler es un referente ineludible, sobre
todo en México y Francia. Esta temática es importante porque visibiliza temas,
núcleos problemáticos y autores que son encubiertos por el eurocentrismo predominante.
Soler murió prematuramente en 1994. Hoy hubiese estado en medio de los debates como
en su momento mantuvo con Gunder Frank. Probablemente hubiese criticado el giro
decolonial, a Quijano y Dussel, en ese sentido estaría más cercano a Horacio Cerutti.
La Historia de las ideas tiene que reinventarse, estar en permanente movimiento,
poniendo en crisis sus propios conceptos. Por eso es imperante re-valorar este
ámbito del saber, para dar cuenta del desarrollo y dinámica de nuestro
pensamiento. En esta línea, Soler rescató a Justo Arosemena, figura
decimonónica central para nuestro tiempo; editó, prologó e introdujo Apuntamientos para la introducción a las
Ciencias Morales y Políticas. El primer capítulo está dedicado a la factología,
4 años antes del Discurso sobre el
espíritu positivo de Augusto Comte, ya Arosemena trataba temas
fundamentales para el positivismo naciente. ¿Por qué no estudiarlo como
fundamento de las Ciencias Sociales y Sociología? Hay otros temas importantes en
el hacer arosemeniano, como la descentralización, pero interesa evidenciar lo
relacionado a las Ciencias Sociales y la Sociología o ¿será que nuestro
eurocentrismo no lo permite?
El pensar de Soler es de nuestra
América. Su obra de mayor enjundia Idea
y cuestión nacional latinoamericana, de la independencia a la emergencia
del imperialismo, nos invita a reflexionar a fondo la integración. Ante el
permanente acoso de los intereses geopolíticos debemos hacer una
“reconstrucción histórica” para tomar conciencia de nuestro rol en el mundo.
Soler estuvo convencido de la retrospectiva, de la necesidad de Bolívar y Martí
entre otros, para aclararnos las urgencias del presente.
A lo dicho por Insausti sobre el pensamiento crítico cabría agregar lo
planteado por Alberto Saladino García, para quien
“es
factible conceptualizar el pensamiento crítico como todo planteamiento
intelectual producto de análisis, interpretaciones y problematizaciones
racionales acerca de las manifestaciones de la realidad, sus fenómenos,
situaciones e ideas, para generar cuestionamientos, juicios y propuestas
orientadas a la promoción de cambios y transformaciones en beneficio de la
humanidad” (Saladino García, 2012).
En nuestro medio, fue Soler quien más se aproximó a esa conceptualización.
Sin duda, su nombre debe ser habitual en la academia, en particular entre
quienes están vinculados a las Ciencias Sociales y las Humanidades.
Una forma de reconocer el trabajo de Soler sería ponerle a la Universidad
Autónoma de Chiriquí su nombre como sugiere el doctor Mario José Molina
Castillo. Por sus elevados aportes al campo de la Historia y la Filosofía. Por
el momento solo nos corresponde visibilizar al maestro en su estimulante
esfuerzo por pensar crítica y teóricamente ante la indigencia intelectual de
nuestros tiempos.
Bibliografía
Montiel, M. & Rodríguez Reyes, A.,
2019. El pensamiento crítico de Ricaurte Soler. Panamá: Facultad de
Humanidades/CIFHU/IFAC/Departamento de Filosofía/Emabaja de Francia.
Moreno Davis, J. C., 2006. Historia,
espíritu y autenticidad de la Filosofía
en Panamá y panameña. Panamá: IDEN.
Saladino García, A., 2012. Pensamiento
crítico. [En línea]
Available at: https://tinyurl.com/yxsguoy6
[Último acceso: 25 5 2019].
Available at: https://tinyurl.com/yxsguoy6
[Último acceso: 25 5 2019].
Soler,
R., 1968. Prólogo e introducción. En: Apuntamientos para la Introducción a
las Ciencias Morales y Políticas. Panamá: Ediciones de la Revista Tareas,
pp. 7-21.
Soler,
R., 1991. Tradición, reflexión y enseñanza de la Filosofía en Panamá. Tareas,
Issue 79, pp. 57-82.
Soler, R., 1989. Materialismo e
idealismo: una alternativa de introducción a la Filosofía. 8 ed. Panamá: Ediciones
Manfer/ Ediciones Revista Tareas.
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