Roberto Fernández Retamar (1930-2019), un topo de nuestro tiempo
Muere otro de los grandes. En un escenario de indigencia intelectual, dónde
las nuevas generaciones aún no toman las riendas y las intermedias en actitudes
baladíes han renunciado al pensar. La rentabilidad de lo políticamente correcto
es el enemigo del pensamiento crítico. Fernández Retamar es ampliamente
conocido por su ensayo de 1971, Caliban. Fundamental para las
coordenadas del pensamiento crítico de nuestro tiempo. La fecha es importante,
a finales de la década de sesenta e inicios del setenta hay una inflexión en nuestra
América, surgen expresiones de pensamiento crítico innovadoras, basta
mencionar: la Teología de la liberación, la Teoría de la dependencia y la Filosofía
de la liberación, las cuales iban a contracorriente del pensamiento dominante.
La constante era la toma de conciencia sobre las consecuencias del colonialismo
e imperialismo. Caliban surgió en ese contexto de efervescencia. Hubo
avances en los procesos de la descolonización política, desde las
independencias hispanoamericanas al fin de enclaves coloniales como aquel
dirimido por el Tratado Torrijos-Carter. Pero la colonización del conocimiento siguió
intacta.
Nuestro pensador es anti-colonial y anti-imperialista, como buen martiano
no podría ser de otra forma. En el extenso ensayo Caliban tocó dos temas
fundamentales para la descolonización del conocimiento. Estos temas a los
cuales queremos hacer referencia están al principio y al final de Caliban.
La arrogancia del eurocentrismo se hace sentir. Nos cuenta Fernández Retamar
que un periodista europeo le preguntó si existía una cultura latinoamericana.
Eso mismo ocurre con frecuencia en la Filosofía. Aún se cuestionan sobre la
existencia de una cultura y Filosofía latinoamericanas. La respuesta de Fernández
Retamar fue simplemente contundente, lo que se pone en duda con esas preguntas
son la propia existencia: “la realidad humana misma”. No somos mero calco de la cultura europea,
somos diversidad y mestizaje lo cual se expresa hasta en nuestra genética y la
resistencia ante el encubrimiento del eurocentrismo y sus sucursaleros como
diría otro grande, Enrique Dussel. El otro tema fundamental es el de los
intelectuales. Muchas veces los intelectuales quedan al servicio de la rentabilidad
de lo políticamente correcto, olvidando así, la undécima tesis de Marx sobre
Feuerbach sobre la transformación del mundo. El intelectual al servicio de las
clases explotadas no debe despreciar la realidad concreta, como aquellos al
servicio del sentido común y la rentabilidad de lo políticamente correcto.
En síntesis, necesitamos intelectuales comprometidos y en resistencia, de aquellos
como Roberto Fernández Retamar, un topo de nuestro tiempo.
Abdiel Rodríguez Reyes
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