El 9 de enero de 1964 en el proceso de descolonización en Panamá. Por: Abdiel Rodríguez Reyes
El proceso de descolonización en Panamá inició desde el
momento en que los pueblos aurorales de Abya
Yala se resistieron al colonialismo en el siglo XVI. A lo largo del siglo
XX, y en particular en la segunda mitad, varios hechos iluminan el largo trecho
por recorrer iniciado hace varios siglos.
Las manifestaciones estudiantiles van marcando ese
derrotero. El bregar con el enclave colonial estadounidense (1903-1999) fue el leitmotiv. La cuestión central, al menos
desde las reivindicaciones nacionales y populares, fue la consecución de la
“plena soberanía de Panamá en la Zona del Canal”.
En un reciente libro (inédito) de Carlos Chuez, titulado: La
lucha por la soberanía y la democracia en Panamá 1956 – 1959 (memoria e
historia) nos narra estas manifestaciones estudiantiles.
Allí, señala:
“Después del asesinato del dictador Remón
Cantera ocurrido el 2 de enero de 1955, en los meses de septiembre y octubre de
1956 se reorganizaron las asociaciones federadas de los colegios de nivel medio
y la Unión de Estudiantes Secundarios, (UES), liderada por la (Asociación
Federada del Instituto Nacional), (AFIN).
Una vez restaurada la Unión de Estudiantes
Secundarios, se realizó a finales de octubre de 1956 la primera asamblea por la
soberanía. El 18 de noviembre de 1956, se efectuó la gigantesca manifestación
patriótica por la recuperación de los plenos derechos nacionales de la
república de Panamá del territorio de la zona y el derecho de propiedad del canal
interoceánico y de todos sus bienes”.
Estos acontecimientos de la segunda mitad del siglo
pasado, allanarían el largo camino aún por recorrer. Al calor de esas
manifestaciones se visualizaría el horizonte de la descolonización mediante una
de sus principales reivindicaciones: la soberanía territorial.
Cabe observar la importancia de la organización de los
estudiantes, la cual formó el talante de aquella generación. Como señaló
Salvador Allende: “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción”,
esta máxima encontrará su punto más alto en las manifestaciones del 9, 10,11 y
12 de enero de 1964, que tienen su antecedente inmediato en las manifestaciones
estudiantiles de la década del cincuenta.
La descolonización en Panamá es un proceso en tensión ante
la servidumbre directa e indirecta de la elite política, social y cultural a
los intereses de la potencia de turno.
El encare a esa servidumbre, particularmente en la
segunda mitad del siglo xx, fue combatida
por estudiantes. Esa es la lucha generacional que se reivindica cada 9 de
enero, la cual encontró eco en el Tratado Torrijos-Carter que negoció la
desaparición del enclave colonial. A partir de esa fecha, entramos en la etapa
neocolonial con sutiles formas de dominación.
Como en todo proceso, las elites timonean a su favor, siempre
buscan cambios parciales para quedar en lo mismo; con diferentes estampados,
pero con el mismo sello. La elite en Panamá no ha podido mitigar los problemas
domésticos: sociales e institucionales, la desigualdad y la corrupción carcome
a amplios sectores de la sociedad; pero siempre encuentra subterfugios para
salir bien librada.
Esto no puede ser de otra manera cuando la correlación de
fuerzas políticas, sociales y culturales alternativas aún no cuenta con un
proyecto en común. Los problemas de fondo no se resuelven con el chasqueo de dedos.
En la actualidad, la descolonización no está en la
agenda, distintos elementos distractores nos hacen ver para otro lado. Tomar las
riendas de nuestro destino se posterga, nos conformamos con los aparentes
cambios, de allí surge el argumento anodino de que estamos menos peor que
antes.
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