El Instituto Nacional en el ojo de la tormenta[1]. Por Abdiel Rodríguez Reyes
En un hecho deplorable para
nuestra historia, la Policía Nacional con sus secciones del Grupo de Acción al
Servicio y, la Unidad de Control de Multitudes, ingresó al colegio más
emblemático de Panamá, el Instituto Nacional. “El Ministerio de Educación
(MEDUCA) como nunca en la historia, autorizó este lunes 7 de octubre el ingreso
de agentes de la Policía Nacional dentro de las instalaciones del Instituto
Nacional para reprimir una protesta estudiantil”. Posiciones conservadoras y
reaccionarias haciendo un análisis sesgado solo hacen énfasis en los actos de violencia de algunos “estudiantes”,
sin hacer un alto y ver la cuestión con mayor detenimiento en como avanza el
aparato represivo del gobierno.
El MEDUCA como autoridad competente autorizó la entrada de la Policía
Nacional al Instituto Nacional, iniciando una persecución que terminó con 59
detenciones. La categoría desdeñosa que les han dado a los estudiantes en
consenso algunos medios de comunicación y las autoridades de gobierno es Estudiantes
Revoltosos.
La Ministra de Educación Lucy Molinar señaló: “Actuamos con mucha
inteligencia”, es cierto, para fines autoritarios y represivos. Teniendo en
cuenta que estos hechos fueron orquestados perfectamente para desarticular a
los estudiantes que se manifestaban en las calles, a través de los servicios de
inteligencia del Estado. Incluso hubo infiltrados e introdujeron falsos
positivos [los famosos cuatro mazos, que siempre son los mismos que aparecen] para desprestigiar a los aguiluchos.
Al dar respuesta, de cuáles son las evidencias para entrar al Instituto Nacional,
el departamento de seguridad del MEDUCA, señala que en facebook se expresaban
los actos que los estudiantes protagonizarían. Aunque parezca ridículo este
argumento fue utilizado por el jefe de seguridad del MEDUCA, en la misma dirección
señalaban que manejaban información sobre los hechos, esto ratifica el carácter
represivo y no preventivo de la Policía Nacional.
Todo parece estar finamente organizado para deslegitimizar la lucha estudiantil.
Así apocando el espíritu rebelde del estudiante propio de la naturaleza de la
juventud. El decreto 990 (ya derogado) iba en la dirección de ponerle frenos a los
estudiantes y no la motivarlos, la
carencia de esto último se manifiesta en el atraso cultural de nuestro sistema
educativo.
Es harto conocido que bandas que operan por zonas aledañas al Instituto
Nacional son controladas por políticos. De igual manera la composición social
del Instituto Nacional viene de los sectores populares propensos a caer en el
pandillerismo. ¿Qué prefieres, pandilleros o jóvenes que griten en la calles
por un mejor mañana? Al parecer lo primero para garantizar la desaparición de
lo segundo. Todos estos hechos demuestran un modo de operación fascista de
nuestros gobernantes. Por la razón de que pensar diferente es un delito.
Otra cuestión que hay que resaltar es que la actual Ministra de Educación Lucy Molinar, pasara a la historia
por “haber prohibido la circulación de un libro referente a la historia
del glorioso Instituto Nacional” de la profesora Aleyda Pinilla de Pravia. Este
hecho también reprochable, y más si viene de un Ministerio como el de Educación,
recuerda muy bien las quemas de libros que se han dado a lo largo de la
historia. En especial la de Adolf Hitler, el 10 de mayo de 1933 en la
Bebelplatz de Berlín.
Un gran número de prestigiosas voces han reprochado la poca sensatez con
que se ha tratado al nido de águilas, y con justa razón. Lo han hecho con un
tono romántico lo cual es válido teniendo en cuenta el baluarte histórico de
ese templo del saber como señala Ricardo Miró en el himno del mismo colegio. Estos hechos merecen
una profunda reflexión, porque se está desdibujando el papel protagónico,
incluso hasta heroico que ha jugado que debe jugar este colegio en la historia nacional. Desde
la lucha por la soberanía de la zona canalera hasta las protestas por las reivindicaciones sociales.
Esperemos que se aclare el nubarrón, porque se está tratando con nuestro
más preciado recurso, los jóvenes. Y no podemos permitir que los aguiluchos
queden atrapados por las adversidades de nuestro tiempo. Se tienen que
reinventar nuevos modos de protesta y, no limitar la lucha a las piedras y las calles. Esto
no niega la legitimidad de la lucha de los aguiluchos de hoy.
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