RECORDANDO A MONSEÑOR ROMERO.

Trazar un recorrido por la vida de Oscar Arnulfo Romero supone adentrarse en uno de los períodos más convulsos  de la historia de su país, El Salvador, y de toda América Latina. En los años en los que Monseñor Romero desarrollo de manera más intensa su actividad religiosa, entre 1966 y 1980, el incremento de movimientos comunistas de campesinos en toda América Latina  (que se vio favorecido sin duda por el ejemplo de la Revolución Cubana del 59) y el compromiso de un sector importante de la Iglesia Católica con los más pobres, iniciado en el Concilio Vaticano II y ratificado en la Conferencia de Obispos Latinoamericanos de Medellín de 1968, chocaron de pleno con unos gobiernos opresores, surgidos a menudo de golpes de estado y apoyados en buena medida por Estados Unidos, cuyos intereses en la zona eran mucho más económicos que humanitarios.

Al conmemorarse el XXXI aniversario del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero la Asociación de Estudiantes de Filosofía  quiere resaltar la importancia de este luchador social y mártir del pueblo salvadoreño.

Oscar Arnulfo Romero nació en Ciudad Barrios el 15 de agosto de 1917, estudio teología en la Universidad Gregoriana de Roma, donde en 1942 fue ordenado sacerdote.

En 1943 inició su actividad pastoral, primero como párroco, después como director del seminario Inter diocesano de San Salvador. Nombrado obispo en 1967, en 1970 se desempeñaba como obispo auxiliar del Arzobispo de San Salvador y el 22 de febrero de 1977 asumía totalmente la responsabilidad de dirigir la Arquidiócesis.

Durante sus primeros años su trabajo era el de un sacerdote dedicado a la oración y a la actividad pastoral pero todavía sin un compromiso social evidente.

El 13 de febrero de 1978 es nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Georgetown, en 1979 es nominado al Premio Nóbel de la Paz y en febrero de 1980 le fue otorgado el Doctorado Honoris Causa en la Universidad de Lovaina, Bélgica.

En 1980, El Salvador vivía una época extremadamente violenta en la que sin duda el gobierno era uno de los principales responsables.

El 17 de febrero de 1980 Monseñor Romero envía una carta al presidente estadounidense Carter en la que se opone a la ayuda que Estados Unidos está prestando al gobierno salvadoreño. Una ayuda que sólo se refleja en el estado de represión hacia el pueblo salvadoreño.

El 12 de marzo es asesinado el sacerdote jesuita Rutilio Grande, hombre progresista que colaboraba con los campesinos en la creación de grupos campesinos de autoayuda y gran amigo de Monseñor. Este hecho deja clara la futura línea de actuación de Romero ya que asume una postura más comprometida con el pueblo.

En la Homilía del “domingo de palmas” 1980, en catedral, monseñor Romero pronunció una Homilía de fuego: había hecho un llamado a los soldados a rehusarse a obedecer una orden  que les impusiese asesinar a sus hermanos campesinos indefensos.

El día siguiente, el 24 de marzo a las 6:30, caía asesinado por un francotirador. Hasta hoy ideadores y ejecutores han quedado impunes.


Manuel G:

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