GUERRA Y GARANTÍAS. Por: Abdiel Rodríguez Reyes & Toribio Pineda Camargo
En el artículo anterior ¿Qué es un estado
de excepción?, terminamos con la preocupación sobre las garantías
fundamentales y solicitando transparencia en las acciones tomadas por el
Ejecutivo. De momento estamos en medio de una pandemia y se necesitan
respuestas efectivas, por lo tanto, no pueden estar sujetas al ritmo habitual
de la estructura burocrática del Estado. Por eso, para actuar con diligencia
ante esta crisis sanitaria, se decretó el Estado
de Emergencia Nacional. Ya que, como señaló el presidente Laurentino
Cortizo, se está en guerra. Otros mandatarios también usaron esta misma
retórica, la guerra parece estar en curso, el enemigo común: el COVID-19.
El
presidente Cortizo para hacer frente a esta situación tomó las primeras medidas
socioeconómicas: 40 millones de dólares en insumos; un hospital modular para
100 camas; 20 millones para carnes y granos; 50 millones para iniciar con el
programa “Panamá solidario”. Además, dispone de
más de mil millones de dólares del Fondo de Ahorro de Panamá. Así el
Ejecutivo tendrá un margen para maniobrar.
En medio
de esta particular guerra, algunas garantías
fueron suspendidas y libertades violentadas. Toda la sociedad panameña
está siendo afectada. Sin embargo, hay
quienes lo están en mayor grado, en particular aquellos suspendidos
laboralmente según el Decreto Ejecutivo No. 81 y “serán incluidos en las listas
de los programas que establezca el Órgano Ejecutivo”. Pero, hay otro amplio
sector con mayores dificultades aún, como aquellos trabajadores informales
que viven del día a día y los subalternos que
viven al margen de la sociedad. Estos últimos apenas sientan el crujido
de sus tripas empezarán a transgredir las medidas biopolíticas si no tienen
respuestas inmediatas.
En estos momentos grises,
el miedo y la violencia juegan su papel, en algunos lugares se escuchan los
megáfonos e incrementaron los dispositivos de seguridad por el toque de queda
en todo el territorio nacional durante las 24 horas del día. El Colegio
Nacional de Abogados recomendó no abusar de las detenciones provisionales. El
monopolio de la violencia lo tiene el Estado y sólo debe ejercerlo para
mantener el orden.
Los efectos no esperados
de la pandemia aún no los podemos calcular, ni siquiera su impacto en la vida
cotidiana. Nuestra capacidad de resiliencia estará a prueba. El famoso Panta
rei atribuido a Heráclito en que todo fluye y está en
permanente cambio goza de plena vigencia. No
tenemos certeza de los cambios societales por venir, pero es una oportunidad de
pensar en el país que queremos.
Los autores son
profesores de Filosofía en la Universidad de Panamá
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