Conceptos fundamentales para el pensamiento crítico. Por: Abdiel Rodríguez Reyes
Existen dos conceptos,
entre otros, fundamentales para un pensamiento crítico a la altura de nuestros
tiempos. A saber: convivencialidad y sensibilidad. Estamos en una situación
de riesgo para la existencia de la especie humana en el planeta, al menos así
lo evidenció el último Informe Planeta
Vivo 2018: Apuntando más alto. Esa hipótesis nos invita a buscar
alternativas creativas y factibles para encarar esa dura realidad. Empezando
por una nueva relación entre seres humanos, con la naturaleza y el paisaje en
general.
El primero de estos
conceptos fue ampliamente trabajado por Ivan Illich. Ya desde la década de los
setenta nos advirtió sobre la “crisis planetaria progresivamente”. La convivencialidad para
Illich busca austeridad; ésta virtud excluye aquello que degrade la relación
personal. Illich planteó medidas radicales; primero echar abajo las anticuadas
estructuras de la sociedad industrial capitalista y sus tentáculos mundiales.
Éste complejo industrial mediante las herramientas sojuzgan al ser humano. Las
herramientas no tienen que suplantar al ser humano, éste debe trabajar con
herramientas como meros instrumentos. También, propone el uso de la tecnología
potenciadora de energía e imaginación. De tal forma que, la propuesta de convivencialidad de
Illich es en “dimensión personal y comunitaria”.
El otro de los conceptos
fue trabajado ampliamente por Herbert Marcuse. Llamó la atención sobre la
necesidad de una “nueva sensibilidad” ante la agresividad de la sociedad
industrial capitalista y sus agentes patógenos. Muchas veces se confunde sensibilidad con
moralismos. Con la genialidad de siempre, Marcuse propuso una teoría crítica
con dimensiones conceptuales alternativas. La nueva sensibilidad,
no es más que “la afirmación de los instintos de vida”, ante “la vital urgencia
de la abolición de la injusticia y la miseria”. La justicia social y ambiental
hoy son las más urgentes en esta sociedad de riesgo.
El riesgo, como diría
Ulrich Beck, también entró en una lógica de reparto. El desarrollo
científico-técnico y los complejos procesos de individuación, tienen
repercusiones con mayor riesgo en la periferia o, como diría Frantz Fanon, en
la zona del no ser. Dónde las garantías son mínimas en algunos casos y nulas en
otros. Bajo esa realidad hay indicadores que no desmienten esa realidad
estructural heterogénea, como tampoco niega la dimensión mundial del riesgo de
la misma especie en su totalidad.
Cada momento histórico
va formando sus núcleos problemáticos y, por ende, su pensamiento crítico, éste
momento no puede eludir lo antes expuesto. No puede evadir esta dura realidad.
El trabajo del concepto es, por muy abstracto que parezca, necesario para la
fundamentación de un pensamiento crítico a la altura de nuestros tiempos.
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