La pluralidad como alternativa ante la unidimensionalidad de nuestro sistema de partidos[1] Por: Abdiel Rodríguez Reyes
El problema
El
tema del VII Encuentro Nacional de Politólogos y Politólogas, “Pluralismo: Identidad,
Diferencia y Democracia”, tiene singular importancia en el Panamá post invasión.
En efecto, nuestro actual sistema de partidos instalado a partir de la invasión
norteamericana de 1989 resulta unidimensional por carecer de alternativas de
izquierda o social demócrata. Así, escaseamos de pluralidad por no tener ningún
partido alternativo.
En
un sistema así, las discusiones partidarias carecen de alternativas y abundan
en simplezas que, al no tensar las contradicciones, ofrecen pocas salidas.
La
invasión norteamericana de 1989 inauguró en Panamá una época de cambios, que no
ha llegado aún a convertirse en un cambio de época. Esto permite entender que a
lo largo de este cuarto de siglo, los partidos hayan mutado, involucionado y
desaparecido. Otros, como Cambio Democrático han entrado al ruedo político, y
otros más como el Frente Amplio por la Democracia (FAD) no han encontrado lugar
para sí en el sistema.
Al
propio tiempo, el sistema de partidos vigente tiene dos complicaciones, además
de la unidimensionalidad. Una es la desideologización y, en estrecha relación
con ella, la despolitización de sus actividades fundamentales que abre paso al
clientelismo y la corrupción.
Dado
que se trata de problemas de vieja data, demandan una reflexión al menos de un
arco de tiempo de mediana duración para valorar las continuidades y rupturas en
los gobiernos que el país ha tenido tras la invasión de 1989. La continuidad
más visible consiste en que la comunidad política es la misma, muchos de los
actores políticos permanecen en la esfera pública y en los partidos políticos.
En cuanto a las rupturas, la de mayor peso es la correlación de fuerzas
políticas y sociales.
Ricaurte
Soler lo explicó con singular claridad al referirse a “la restauración del
orden institucional oligárquico” al analizar el periplo histórico de 1981 a
1989 (Soler, 1989: 96). Gandásegui, por su parte, sostiene que ya desde 1984 se le cedió “la dirección del
ejecutivo al sector de la burguesía más vinculada al capital extranjero” (Gandásegui,
1998).
La
invasión norteamericana, en este sentido, cambió la correlación de fuerzas
políticas y sociales en la medida en que llevó a término una tendencia
previamente existente en la realidad panameña. A 27 años de entonces, el país
carece de una versión completa de lo acontecido aquel 20 de diciembre de 1988,
y ha sido apenas en el 2016 que el Gobierno de la República de Panamá instaló
una “Comisión del 20 de Diciembre de 1989”, la cual debe presentar un informe
sobre esos hechos para el 2018.
La pluralidad es la alternativa
Herbert
Marcuse señaló en El Hombre Unidimensional
que en la esfera política se manifiesta una tendencia a la “unificación o convergencia
de los opuestos” (Marcuse, 2016:57). Esa convergencia de los opuestos diluye la
tensión que los enfrenta, con lo cual las propuestas resultantes serán por
naturaleza pobres en contenido, sin ir más allá del gatopardismo, que solo
cambia en lo aparente en la medida en que sea necesario para no cambiar en lo
fundamental.
Aquí,
la pluralidad misma es subversiva ante la unidimensionalidad del establishment
político. Estamos ante una coyuntura en donde todo debe ser sometido a crítica.
Hoy debemos someter nuestro estado de la cuestión en política a una crítica
inmanente a nuestro bienestar como sujetos y colectividades, para entender los
procesos en curso. No podemos teorizar sobre lo que no ha ocurrido, sólo
podemos hacerlo sobre los hechos que necesitan más que nada ser comprendido en
su dimensión.
Ricaurte
Soler lo intentó, en su amplia producción teórica se concentró fundamentalmente
en las clases sociales, y en particular en las diversas alianzas que se podrían
dar para un proyecto de nación. Esto resulta avanzado en un medio en el que
pensar en alianzas para un proyecto nacional está fuera del horizonte de
nuestro sistema de partidos.
La
rica tradición en la historia de la teoría la política es enriquecida por la
pluriversa propuesta decolonial (cf. De Sousa Santos, 2010). La perspectiva
decolonial hace visible lo que antes pasaba desapercibido, la pluriversidad de
saberes y la ausencia de una crítica a la modernidad. Además, lo decolonial
busca analizar cómo interacciona raza, clase y género con lo que Aníbal Quijano
llamó la colonialidad del poder.
Por
otra parte, la historia es una buena compañera de viaje en la teoría política. Ya
lo decía Maquiavelo en sus Discursis:
muy pocas veces se recurre al ejemplo de los antiguos para encarar los
presentes. Y, lo decolonial enriquece ese recorrido, en cuanto busca revisar
todo nuevamente, desde la conciencia moderna hasta las diversas formas de
colonialidad del poder.
Maquiavelo
también planteo la idea de los espíritus
contrapuestos; esos espíritus contrapuestos expresan la confrontación entre
dos grupos incongruentes en principio, que él llama “los grandes” y “el pueblo”
o también “magnates” y “pueblo”. Es de esa “desunión entre ambos”, dice, nacen
“leyes en pro de la libertad”, es decir, que no se debe considerar “nocivo” la
“desunión,” sino que habrá que ver los “buenos efectos” que ocasiona.
De
lo que se trata, ahora, ya no es únicamente de ver cómo funciona el poder,
“sino cómo es posible construir alternativas a lo que existe”, según lo plantea
Santiago Castro-Gómez. En esa dirección se hace inevitable reflexionar sobre
alternativas ante la insostenibilidad de la vida social y ambientalmente.
Hay
que diseñar esas alternativas a partir de la pluriversidad, no de una
pluralidad exógena que no responda a la realidad, sino una que nos permita
transitar hacia un mundo nuevo vivible. Necesitamos, en efecto, un diseño donde
esté considerada “la dimensión relacional de la vida” (Escobar, 2016:12)
mediante una reflexión ontológica, epistemológica y política.
Conclusión
Para
concluir, podríamos decir con los zapatistas: ¡basta ya! de hablar de
pluralidad en abstracto, o trivialidades institucionales. Hablemos de
pluralidad en concreto, mediante nuestra acción discursiva para hacer visible
el problema. Esto no implica que la culpa de que no exista una alternativa política
sea del orden establecido, por el contrario, ese orden hace lo que debe para
preservar su cómoda unidimensionalidad. Las propuestas que se presuponen como
alternativas no tienen capacidad de movilización más allá de sus frentes
inmediatos. Articular las resistencias emergentes al calor de las propias
contradicciones sociales demanda sin duda un pensar nuevo.
Bibliografía
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2010. Para descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento abismal. Buenos
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Castro-Gómez, S., 2016. La filosofía (política)
latinoamericana contraataca [Entrevista en El Telégrafo] (12 Diciembre 2016).
[1] Comunicación en el VII Encuentro Nacional de Politólogos y
Politólogas, organizado por el Centro de Incidencia Democrática en la
Universidad de Istmo el 17 de diciembre de 2016.
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