Un escenario político en movimiento (I) - Abdiel Rodríguez Reyes
El siglo XXI esta signado por
profundos cambios que varían dependiendo de cada realidad nacional, pero que
están dentro de la dinámica global de la culminación de un ciclo histórico y el
inicio de otro.
La política viral de plurales formas
de manifestar descontento social que se ha ido propagando desde mediados del
siglo XX tiene sus manifestaciones en todos los sectores de la sociedad.
A razón de estas nuevas formas de
descontentos, un nuevo escenario político en movimiento se nos aparece.
La demanda por los derechos
económicos sociales y culturales se convirtió en la bandera de los movimientos
sociales que lograron aglutinar gran parte de la sociedad que materialmente
estaba excluida de estos derechos. Así los movimientos sociales transitaron de
sus fronteras de movimientos obreros verticales a tener incidencia en gran
parte de la sociedad.
Se convirtieron en espacios
político-sociales de convergencia, con gran capacidad de movilización, que solo
tenían los partidos ya sea por su capacidad orgánica en unos casos, o por su
capacidad clientelista en otros.
En la cúspide de esta forma de
organización a inicios del siglo XXI los movimientos sociales encontraron su
debacle cuando en su análisis pasaron de priorizar la organización por la
incursión al sistema de partidos. Así pasaron de espacios de demandas por los
derechos económicos, sociales y culturales a formar parte del sistema de
partidos, debilitando su base social.
En cuanto a nuestra cultura política
criolla, hay una constante general de des-ideologizar los partidos, esto se
hace evidente por diversos reclamos públicos que hacen sectores orgánicos de
los propios partidos de rescatar la ruta ideológica que en el siglo XX fue el
norte. A un nivel macro hay una constante de despolitizar a la sociedad. Estas
dos cuestiones afectan la consolidación democrática.
En medio de todas estas
contradicciones salió a la luz una alternativa que se fue materializando poco a
poco, fundamentalmente la participación de candidatos independientes que salían
de las filas de los sectores populares y la sociedad civil. Los primeros no
llegaron a acuerdos con la estructura partidaria que emergía de los movimientos
sociales y los segundos encontraron una gran aceptación en la clase media-
profesional.
Los movimientos sociales que se
robustecieron durante todo el siglo XX e inicios del XXI veían este proceso
como una gimnasia política. Mientras no se vieran afectados y no fueran
derrotados en las urnas.
Lo cierto es que ya hay una transición
en curso, la incursión de gran parte de la sociedad en la abstención, y una
parte significativa que apostó por darle los votos a los independientes,
manifiesta directamente la crisis del sistema de partidos.
Gran parte de la sociedad siente
apatía por el sistema de partidos y busca alternativas de participación
ciudadana, mostrando así nuevas dimensiones de la ciudadanía.
Para lograr catalizar lo que aún no
se logra por los métodos tradicionales de lo que queda del movimiento social, y
lo que el sistema de partidos no ha hecho, la ciudadanía empieza a demandar
participación en los procesos políticos en curso. Al margen de estos.
A la conclusión que llegamos es que
estamos ante un escenario político en movimiento, que tiene que ser estudiado
en su propia lógica. Los actores políticos deben tener la intuición política de
comprender ésta dinámica.
Abdiel Rodríguez Reyes
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