Reflexión del porqué la condición biológica de la mujer es un problema filosófico. Por Johana Garay

“No se nace mujer se llega serlo”
Simone de Beauvoir
¿Qué se entiende por los términos mujer y hembra?
Según el diccionario de la Real Academia Española (2001), podemos definir hembra como: “Animal del sexo femenino, persona de sexo femenino”. Cuando en este mismo diccionario se hace referencia al término mujer aparece: Persona del sexo femenino, mujer que ha llegado a la pubertad o a la edad adulta. De su casa, la que con diligencia se ocupa de los quehaceres domésticos y cuida de su hacienda y familia.
En cuanto a una definición filosófica de hembra y de mujer,  no se puede facilitar, debido a que en los diccionarios de filosofía no se encuentra ninguno de los dos términos.  La pregunta sería: ¿Por qué en estos diccionarios solo se encuentra el término hombre y no el de mujer?
Ahora bien, con todas estas afirmaciones, con lo único que contamos es con definiciones biológicas o de especie, en la que se definen simplemente como animal reproductor, procreador, ovario, matriz, hembra; las mujeres son reducidas  a su sexo, a su capacidad de dar vida y a las funciones y obligaciones que tiene con el hogar; en otras palabras, son definidas en cuanto a las funciones que realizan y no a sus capacidades.
Simone  de Beauvoir define  el término mujer desde la perspectiva del sexo masculino:
“¿la mujer? Es muy sencillo los aficionados a la fórmula  simple: es una matriz, es un ovario, es una hembra” El término hembra  es peyorativo, no por el hecho de que encierre a la mujer en  la naturaleza, sino porque la confina en su sexo.(DE BEAUVOIR, SIMONE. 2007,  p.35)
Cuando Simone nos habla de confinar,  lo que se puede determinar con claridad  es que el hombre siempre trata de colocar a la mujer en esa posición de procreadora, de hembra, encasillarla en su sexo, en su condición de hembra, de reproductora, ya que de esta manera la mantiene en el plano de lo privado, no solo encargada de las labores del hogar,  sino que además se asegura que no sea un obstáculo para él en el plano de lo público o actividades que son consideradas masculinas y es de esta manera que se puede ver uno de los  principales motivos o causas de la desigualdad entre hombre y mujer .
A pesar de todo, no tenemos completamente claro estos términos, lo que hace surgir la  siguiente pregunta: ¿Por qué somos consideradas como hembras?
Hoy día,  es muy común confundir los términos hembra y mujer. Al hablar de hembra podemos entender que  existen  en la especie humana una hembra y un macho, en la que las hembras, mediante su sistema reproductor preservan la especie humana. Como nos dice Simone de Beauvoir: “todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer”.
Entonces ser  mujer es el proceso de formación, de socialización  que es transmitido o impuesto de generación a generación por las madres a sus hijas, es ese proceso de “troquelación”, por el cual atraviesan todas las mujeres del mundo, que se produjo el encasillamiento dentro de los patrones y normas (patriarcales) que la sociedad considera como adecuados; aquellos esquemas que se consideran correctos y que las confinan en esa condición, y que al final las convierten en lo deseado, en mujeres.
Como mencionamos anteriormente, Simone nos dice: “no se nace mujer se hace”, por eso el ser mujer no es una condición natural, como creemos, sino que es más bien una conducta impuesta y aprendida, la cual se da por medio de la formación de las mujeres, pero esto lo abordaremos a profundidad más adelante.
¿Por qué el ser hembras representa un problema para la mujer?
Como pudimos ver al inicio, hembra se entiende como animal del sexo femenino, hembras, y como diría Simone: nacimos hembras, “La hembra es la continuidad de la vida” (Beauvoir et al. 2007, p36). Ahora bien,  si somos esa continuidad, las que biológicamente estamos encargadas de preservar la especie humana y,  principalmente, de cuidarla, y que  durante esos nueve  meses se aloja ese nuevo ser en su vientre, es irónico que ese fruto resulte ser un futuro opresor u oprimida.  Y solo a manera de  reflexión,  quisiera que en vez de ver a las mujeres como esa parte de la especie humana  se les considerara por esa misma capacidad o don que tienen de dar vida, es decir no encasillarlas en esa limitación.
¿Por qué digo esto? Porque la condición biológica de la mujer de poder tener hijos, es uno de los factores principales de su opresión; ya que al estar embarazadas se ve limitada  para realizar una serie de actividades con la misma agilidad con la que las realizaba antes de encontrarse en estado.          Esta condición las hace mucho más frágiles y no les permite tener esa libertad[1] con la que los hombres cuentan permanentemente a lo largo de sus vidas y, que por no encontrarse tan estrechamente ligados a la naturaleza y a la procreación, siempre son dueños absolutos de su cuerpo.
A razón de eso en algún momento de la historia las mujeres asociaron la maternidad con la limitación o esa incapacidad de ser libres y decidieron negarse a la maternidad de una manera muy particular.
  “Durante el periodo de las amazonas, existían mujeres tan audaces y robustas  como los hombres pero que en todo caso, “y por robustas que fuesen entonces las mujeres, en la lucha contra un mundo hostil la servidumbre de la reproducción representaba para ellas una terrible desventaja.  Que las amazonas se mutilaban los senos, lo cual significaba que al menos durante el periodo de su vida guerrera, rehusaban la maternidad.”(DE BEAUVOIR, SIMONE.  2007, p.64)

Nuestra condición de hembra tiene una consecuencia fundamental: la opresión, pero de este tema hablaremos en el siguiente punto.
El problema en el pasado fue el hecho de que las mujeres tenían embarazos muy seguidos, lo cual le impedía desenvolverse, al punto que no existían los métodos anticonceptivos como los que se utilizan hoy, sino técnicas rudimentarias ineficientes. Es así que al momento de ser inventados esto le permitió a las mujeres o,  más bien,  se convirtió en   una puerta abierta, un avance para el desarrollo de la mujer. ¿En qué sentido? En el de su superación como persona y como profesional.
La ventaja de los métodos anticonceptivos consiste, principalmente, en permitirles a las mujeres decidir cuándo desean ser madres y que sea su decisión o,  mejor,  una decisión en pareja, esto sería lo ideal. Al utilizar estos métodos,  los hombres no exponen a las mujeres, contra su voluntad,  al rigor del embarazo, y que el propio deseo de paternidad ahora depende de la mujer y de su deseo de maternidad.
Desde ese momento, la mujer tuvo  la oportunidad de decidir sobre su vida y contar con los mismos derechos a elegir, al contar con sus compañeros de especie y de elegir el momento de ser madres. Aunque al principio loa métodos anticonceptivos fueron bastante rudimentarios, hoy día contamos con métodos eficaces, los cuales cuentan con un grado de efectividad del 99.9%.   .
¿Hay  causa biológica por la cual la mujer es oprimida?
Si nos referimos al origen de la sociedad, es bien sabido que somos las responsables de la existencia de la especie humana; ahora bien, si somos las responsables de preservar la especie ¿porqué se les  ubica en un segundo plano o,  mejor dicho,  por qué la mujer desde su condición biológica no logró hacerse de un pedestal?
Podemos dar una respuesta coherente,  tomando como referencia lo planteado por Simone en el Segundo Sexo, obra en donde se explica con claridad: que a inicios de la humanidad, a causa de de los constantes embarazos, debido a que la mujer es la única de los mamíferos que no cuenta con un periodo de esterilidad como las otras mamíferas, y también porque no contaban con métodos anticonceptivos para prevenir los embarazos, a consecuencia de las relaciones sexuales mujeres tenían embarazos muy seguidos.
Si bien es cierto eran las responsables de perpetuar la especie, también hay que tomar en cuenta que eran demasiados niños a quienes, muchas veces, no podían mantener ni preservarles la vida.
Es de esta manera como la condición biológica de  la mujer fue limitándola para realizar o colaborar en la manutención de la sociedad y,  de este modo, el hombre comenzó a relegar (apartar) a la mujer al hogar dejándole esas funciones que,  para él eran penosas y tediosas (el cuidado del hogar, los hijos y hasta de él);  mientras él, poco a poco,  se apropiaba de las tierras y conquistaba riquezas, y hacía sentir a la mujer mucho más débil, además no valoraba su trabajo, y usaba ese poder para abusar de ella.
La falta de capacidad para aportar en la manutención de las sociedades antiguas  fue uno de los motivos por los cuales,  históricamente las mujeres han sido oprimidas, se les inculca que es su completa y absoluta obligación el cuidado de los hijos; por ejemplo, son responsables del hogar:“eso es cosa de las mujeres y lo he escuchado hoy, eso es para ustedes mujeres”. Pero esto no es responsabilidad del hombre o de la mujer,  sino de la formación, de la tradición,  de la cultura, que  por medio de las cuales  a las mujeres  se les ha ido imponiendo funciones. ¡Acaso es una consecuencia de una mala jugada del destino!
Propio de esa concepción es también la confinación de la mujer a lo domestico, privado, por razones de índole practica y aunque se ha querido  cambiar  este aspecto agregándole determinaciones feministas, la esencia, es común denominador es todavía perceptible  en sus planteamientos.nos encontramos así común mente frente  a una ideología sexista que impone normas y diferencias en cuanto  a la dicotomía hombre/mujer, la cual le da prioridades y privilegios al primero.(RINCÓN, SOTO, LUCIA, 2009, p.65)
Observamos cómo se les asigna funciones muy diferentes dependiendo el sexo. El hombre se encarga de lo económico, es decir,  de llevar el sustento al hogar;  y la mujer es la encargada de las labores domésticas, por el hecho de ser la mujer; tampoco es considerada como apta para el manejo de lo económico lo cual veremos con claridad en el siguiente punto.
Aproximación a las causas económicas y la exclusión  del trabajo remunerado.
“La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro”
KANT.
La desigualdad económica a la cual se enfrentaban las mujeres  se remonta desde el inicio de los tiempos. Se debe a que siempre se le consideró como menor de edad en sentido kantiano, entendido esto como “no capaz  de manejar sus bienes económicos”; la feminidad es una especie de infancia continua a consecuencia de que el hombre desde principio de los tiempos tuvo el control del sustento de la prole, por las circunstancias biológicas que trajeron consigo que la mujer fuera ubicada en la esfera  o plano de lo privado.
A raíz de estos problemas, la mujer fue quedando poco a poco a merced del patriarcado, ¿en qué sentido? Es simple, la mujer  comienza a depender del hombre a tal punto que sin él no puede subsistir, se ve atada al hogar, a atenderlo  como el esclavo atiende a su amo.
Desde niña se le va formando  de tal manera que aprenda todo lo referente al cuidado del hogar, de la familia y del esposo, mientras sus hermanos juegan ella realiza los quehaceres con su madre; además,  tiene que atender a su padre y hermanos, porque es su responsabilidad, a juicio de la familia y de la misma sociedad, es decir, se limita su libertad de individuo, ubicándola en el palmo de lo privado.
Luego, cuando ya está apta para el matrimonio, su padre le buscaba un pretendiente, para así ofrecerla en matrimonio y si eran de familias  adineradas, ella no recibía la herencia a menos que contrajera matrimonio,  para que el esposo fuese el albacea, de esta manera se pasaba la herencia de hombres a hombres, o sea, se le daba la herencia a la mujer, pero ella no la administraba,  sino el esposo, ya que en ese entonces a la mujer  se le consideraba como menor de edad y no apta para la administración o el control del dinero.  
Al pasar la herencia a las manos del esposo, donde este pasa  a ser el tutor  de la mujer al momento de casarse, ya que  a juicio de la sociedad de ese  entonces la  mujer no era capaz de manejar sus recursos económicos.
Abordaremos uno de los textos fundamentales  que pone de manifiesto la subordinación y opresión de la mujer en el plano económico. Hablamos de una obra principal del marxismo clásico que analiza la relación de los sexos, escrita por Engels, y no  por Marx, El origen de la familia y la propiedad privada  y el estado (1884).
Engels divide la historia de la sociedad humana en tres épocas fundamentales:
“Salvajismo, barbarie y la civilización cada época se distingue por un desarrollo en el método industrial y cada cambio en el método industrial venía acompañado por un cambio en la relaciones entre los sexos. El matrimonio  de grupo acompaña al salvajismo, el matrimonio de pareja acompaña  a la barbarie  y la aurora de la civilización  se corono  con la creación de la familia monogámica. Con la llegada de la civilización  la organización matrimonial  de la sociedad o como Engels la denominaba “el derecho de la madre”  fue remplazada por una sociedad patriarcal   en la que la herencia seguía en la línea del varón.
Engels denomino a este hecho la gran derrota del género femenino. Es este, por lo tanto el punto crucial  de cambios  en la historia  de las relaciones entre los hombres y las mujeres.
Con el proceso de  la domesticación de los animales  se creó una fuerte riqueza  un excedente por encima de los que se necesitaba para la mera subsistencia. La producción de este excedente proporciono al hombre, que estaba encargado de los rebaños, el ímpetu suficiente para establecer la herencia  a través de los hijos  y exigir por ello garantía de castidad para las mujeres; el  hombre y el niño  se fue trasformando  en la forma reconocible de la familia patriarca.”(FOREMAN, ANN, 1977, p.28)

Con esta información podemos percatarnos, (sin olvidar los datos biológicos) de cómo  a la mujer se le ubica en el plano de dependencia, a tal punto que se le consideraba  como un eterno niño, como una menor de edad, pues no estaba autorizada para administrar sus bienes materiales, sino que siempre necesitaría un tutor, en otras palabras, la mujer no podía sostenerse económicamente, siempre necesitaría del hombre para sobrevivir, siempre dependería de él, pero ¿cómo podría valerse por sí sola? No se le daba las herramientas, ni mucho menos la oportunidad de  demostrar que era capaz de realizar cualquier actividad, no se les permitía ni siquiera educarse.
En otras palabras,  se les ataba de pies y manos para que fuesen eternas dependientes del esposo. Entonces ¿Desde cuándo está permitido a las mujeres abjurar de su sexo  y convertirse en hombres?
La naturaleza ha dicho a las mujeres: sé mujer. “Los ciudadanos de la infancia, los detalles domésticos, las diversas inquietudes de la maternidad: he ahí tu labor.” Y para seguir aclarando,  De Beauvoir  expone:
“La opresión la padece en el plano económico, no en el sexual. En el campo la campesina toma parte considerable  en el trabajo  rural es tratada como un sirviente; a menudo no come en la misma mesa que el marido y los hijos, trajina más duramente que ellos y las carga de la maternidad  aumenta su fatiga. Pero siendo necesaria para el hombre es respetada también. Y fueron estas mujeres  que desde el seno de su difícil  existencia, hubieran podido afirmarse como personas y exigir derechos; pero una tradición de timidez y sumisión pesaba sobre ella.”(DE BEAUVOIR, SIMONE, 2007), p.99)
Percibiendo la realidad de ayer y al compararla con la de hoy, la verdad es que no existe tanta diferencia,  ya que las mujeres siguen cumpliendo con las mismas labores, lavar, planchar, cocinar, y entre otras,  satisfacer sexualmente al esposo, atender los hijos. Pero la mayoría de los esposos son del pensar que las labores del hogar no son un trabajo y que ellos les están haciendo un favor al mantenerlas en casa.
Y de cierta manera las mujeres son cómplices de esta percepción, porque consideran que es correcto debido a la formación que han recibido sobre la premisa de que las mujeres son  las únicas responsables del cuidado del hogar y de los hijos. Hoy es identificado como un problema cultural, el cual tiene fuertes bases en la antigüedad, por la estrecha relación que tiene la mujer con la naturaleza (la maternidad),  la cual ha sido uno de los principales obstáculos para el desarrollo equitativo de la mujer.
Hay que tener claro que la sumisión, timidez, la maternidad, la consagración al marido son las principales causas de la opresión de la  mujer, ya que son los únicos oprimidos  que no pueden ni quieren soñar un mundo sin su opresor.
Las mujeres al ser formadas conforme al hombre no pueden desatarse de su opresor  o atreverse a ser completamente libres para exigir esa igualdad que les ha sido arrebatada de las manos por ejemplo por la religión, por la formación cultural, todo en beneficio patriarcalismo, a pesar de permitirles hoy el derecho al empleo remunerado, ellas siguen en la mayoría de los casos atadas a la responsabilidad del hogar.
¿Por qué  pasa esto? Porque son criadas para servir, servir al hombre, y esto es un plano cultural, más él no a  ellas; porque  “los hombres no pueden ejercer los oficios que son patrimonio de las mujeres”.  Muy por el contrario, debía ser equitativo, de esta manera  al compartir las responsabilidades viviríamos en un mundo de igualdad entre los géneros, donde la mujer podría desarrollarse con igual libertad, la misma que goza el hombre hoy,  sin esas cadenas que lo limitan. .
La historia que nos cuenta cómo las mujeres, con tanto esfuerzo, lograron que se  les diera la oportunidad de trabajar y que se les remunerara por las labores realizadas, es bien sabido que las mujeres siempre han trabajado, el problema es que no se les reconocía económicamente, pues  se consideraba que era su responsabilidad el cuidado del hogar. Pero la mujer realizaba este trabajo a consecuencia de los problemas biológicos a los cuales se enfrentó en el pasado.
Cuando aparecen las máquinas en las fábricas fue el momento en que la mujer obtiene su oportunidad, y a la diferencia  la  fuerza física con  respecto a los hombres, no tenía ninguna una desventaja.
En ese sentido la mujer con el afán de contar con su propio sustento que le proporcionaría,  de  cierta manera,  su independencia, decide trabajar. Pero ellas no correrán con la misma suerte que los hombres, ya que los dueños de las fábricas acceden a emplearlas, pero con muy bajos salarios, en situaciones infrahumanas, en fábricas sin calefacción, con bajas temperaturas, lo que las enfermaba en muy poco tiempo.
Fueron sometidas a largas jornadas de trabajo, casi dieciocho horas diarias y  por la mitad del salario que se les pagaba a los varones. En este dominio de hombre, los jefes preferían a las mujeres casadas y con hijos, ya que éstas trabajaban con más ímpetu y se esforzaban a trabajar más horas para así poder cobrar más dinero para mantener a sus hijos.
Los empleadores al ver la situación de la mujer, no solo se aprovechaban de ellas laboralmente, sino que muchas veces obligaban a estas a tener relaciones sexuales con ellos y si no accedían las despedían.
Trabajaban largas horas en situaciones insalubres, eran víctimas de acoso laboral  por parte de los jefes, con salarios bajos que no cubrían sus necesidades y en definitiva eran víctimas nuevamente ahora en lo laboral del patriarcado, ya que de igual manera dependían de tener a su lado un hombre para sobrevivir, para así cubrir sus necesidades personales (alimentos, ropa, medicamento, entre otros). Se puede decir  que era una estrategia del hombre para que la mujer desistiera de trabajar y regresara al lugar que, según ellos,  le pertenece y del cual nunca debió salir “el hogar”, además, también tenían que cubrir la labores domésticas  y a pesar de tanto esfuerzo seguían atadas a la dependencia del patriarcado. Pero ¿dónde estaba el problema? En que las mujeres no supieron organizarse, conformar sindicatos para exigir sus derechos como empleadas.
En el Segundo Sexo, pudimos obtener información de suma importancia referente al problema que se enfrentaron las mujeres para obtener un empleo y que luego de conseguirlo fuese bien remunerado.
Ahora analizaremos importantes datos, sobre cómo las mujeres lucharon para  conseguir mejores  salarios, mejores condiciones laborales entre tantos otros logros como la igualdad laboral que idealizaron.
“En 1874 es cuando se  prohíbe el trabajo nocturno a las menores de edad  y exige que se les de descanso los domingos y días feriados; su jornada de trabajo queda limitada  a doce horas; en cuanto a las mujeres menores de veintiún año, la ley se limita a prohibirles el trabajo  subterráneo en las minas y canteras .la primera carta de trabajo femenina data del 2 noviembre de 1892; prohíbe el trabajo nocturno y limita las jornadas en las fabricas, pero deja la puerta abierta a todos los fraudes .
 En 1900 se limita la jornada laborar a diez horas; en 1905 se hace obligatorio el descanso semanal; en 1907 las trabajadoras obtienen la libre disposición de sus ingresos; en 1909 se garantiza vacaciones pagadas a las mujeres embarazadas. 1913 se reglamenta lo concerniente al reposo de las mujeres antes y después del parto y les prohíbe los trabajos peligrosos y excesivos.  Una segunda consecuencia de la resignada inercia de las trabajadoras  fueron los salarios con los que debieron contentarse.”( DE BEAUVOIR, SIMONE.  2007, p. 108)

El problema de una remuneración salarial justa no es aún una realidad (a pesar de las excepciones), y no se tienen las bases para justificar el porqué se le paga menos a las mujeres por su trabajo.
 “Es un hecho indiscutible: Las mujeres reciben menor sueldo que sus pares hombres. En Chile, en América Latina, en Estados Unidos, en Europa. Incluso el Foro Económico Mundial ubica a nuestro país en el lugar 121 (entre 134) de los con mayor diferencia de salarios entre ambos sexos. ¿Las razones? Discriminación, una cultura machista, pero también falta de ambición y riesgo entre las mujeres. Aquí hablan ejecutivas y expertos.
Estuve años con el cargo de “directora” en mi empresa, cuando debiera haber sido subgerenta. Era para no pagarme lo mismo que a mis pares hombres que realizaban la misma labor. Incluso, a veces tenía que hacer el trabajo del gerente del área. Después de mucho pelear, me cambiaron el título y soy “subgerente de marketing”, porque el hombre que estaba en ese puesto se fue. Pero mi sueldo es de un millón menos. ¡Insólito! Fui a alegar, por supuesto, y el gerente general me contestó que yo tenía que “caminar” hacia ese sueldo, ganármelo. Pero a mí me llamaron para ocupar el puesto, estuve trabajando siete años en marketing, tengo un MBA, peso más que el hombre a quien reemplacé: ¿qué es lo que me tengo que ganar? Se supone que mi sueldo “está en vías” de aumentarse. Es muy injusto”.  (Revista Ya-El Mercurio, 15 de diciembre de 2010. /Articulo tomado de internet)
Encontramos el siguiente artículo, en el cual se expone la realidad laboral de la mujer.
“Uno de los temas que más me llama la atención y que más me frustra con respecto al tema de la mujer, es saber que ellas reciben un salario mucho más inferior que el de los hombres, pese a que son capaces de realizar los mismos trabajos.
El pasado lunes día 22 de Febrero del 2010, tuve la oportunidad de leer una noticia sobre este tema que me llamó bastante la atención, por tanto, la analicé y la quiero compartir con vosotros. En dicha noticia se explicaba que las mujeres tienen un salario que es inferior al del hombre en  un 15%.  Particularmente, no entiendo porque la mujer debe percibir menos ingresos que el hombre si ha trabajado las mismas horas y en las mismas condiciones. ¿Acaso es el género una cuestión que predetermina los salarios? Si fuese así, no lo veo justo. Y la verdad, es que no le encuentro mucha explicación lógica al por qué de este hecho.  Lo que más me sorprende, es que se dice que trabajar dos meses más al año ( es decir, 14 meses en total ) para poder igualar el salario que un hombre recibe por su trabajo a lo largo de un solo año. Es decir, que la mujer necesitaría trabajar 53 días más que el género masculino para poder “igualarlos”, según dice un Informe de la UGT con motivo del Día Europeo  de la Igualdad Salarial”.(generoyeconomia.wordpress.com,publicado el 4 de marzo de 2010)

Como podemos ver, a pesar de los años transcurridos, la condición de la mujer no ha cambiado mucho, aún no se les reconoce como iguales, en el plano de lo laboral no tienen igualdad de salario con los hombres, y esto lo señalamos porque estos artículos son recientes; es una realidad en Europa y, América no escapa de esta penosa realidad. Claro, cómo no va suceder en América Latina,  ya que a pesar de tantas luchas de las latinoamericanas éstas  siguen siendo formadas en ese  patriarcado de fuertes garras  que las oprimen.
Es muy difícil advertir esa realidad  a la que se enfrentan las mujeres, se ve de una manera tan normal, que se piensa que esa es la única forma de vida de las mujeres y  en el momento que éstas desean  cambiar esta realidad  se enfrentan al patriarcado,  el cual no le hará el camino nada fácil, ya que no le conviene la emancipación, la libertad de la mujer.

Bibliografía
Gallego,C,M. (2009). ¿Papa: que es la dignidad humana? Respuesta a una pregunta de Felipe. Colombia: Kimpre Ltda.
Varela, N. (2005). Feminismo para principiantes. España: Ediciones B.
Beauvoir de Simone . (2007). El segundo sexo. Argentina: Debolsillo.
Foreman, Ann. (1977). La femineidad como alienación: Marxismo y psicoanálisis. España: pluma.
Rincón, Soto  L. (2009). Bases Histórico – Filosóficas de la teoría Feminista. Costa Rica: colección Prometeo 39.
Ungo, U. (2002a). Para cambiar a vida: política y pensamiento del feminismo en América Latina. Panamá: Instituto de Mujer – Universidad de Panamá – PAN.





[1] Libertad entendida como el derecho a realizar  sus sueños  y metas  profesionales o aquellas actividades que de una u otra manera se ven truncadas por su condición de hembra procreadora  y dadora de vida.

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